En ese momento se pusieron
a gritar diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí
antes de tiempo para atormentarnos? (Mt 8, 29).
Jesús, Tú has venido a salvarnos del
pecado. Como tienes todo el poder contra el mal y tu sola presencia hace que el
demonio se ponga nervioso. Jesús, yo me avergüenzo porque a veces también me
incomodo con tu presencia, sobre todo cuando exiges más de mí. A veces me enojo
cuando me topo con un pasaje del Evangelio más exigente; o cuando mi conciencia
me pide que deje de ser perezoso y haga mis tareas…, que apague el televisor o
la compu y me vaya a dormir. Perdón Jesús, porque entonces me pongo a alegar, a
quejarme, como los demonios.
·
Piensa
cuándo dejas las cosas para después y cómo evitarlo.
Los demonios le rogaban
diciendo: Si nos expulsas, envía nos a la piara de cerdos (Mt 8, 31).
Los demonios hablan con Jesús para
ponerle condiciones, porque no lo aman –lo odian– y se niegan a hacer su
voluntad. Jesús ¿alguna vez te pongo condiciones? ¿Te digo: “voy a misa martes
y jueves” si no hay partido? ¿O bien, en casa, si no hay cable, entonces lo
mismo ayudo a mi hermano o hago la oración? Perdóname, ya no más. Desde ahora
quiero hacer el propósito de hacer lo que me pidas, sólo porque me lo pides Tú.
·
Atrévete
a decirle muchas veces: Tuyo soy, para ti nací, ¿qué quieres Señor de mí?
Propósito: Exorcizarme
de andar alegándole a Dios.