Guardaos de los
escribas que les gusta pasear con vestidos lujosos (Mc 12, 38).
Tengo que reconocer
que me gusta vestir bien. Cuando voy a los centros comerciales se me van los ojos
en las vitrinas y quisiera tener esto, y lo otro; pero ahí está siempre mamá
para decirme que ya voy a heredar la camisa polo de mi hermano y/o de mi primo.
Jesús es que tengo que aprender a no apegarme a las cosas, y a no tener
caprichos, a cuidar de lo que tengo para que dure, aunque pase de moda.
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Voy a
hacer una buena limpieza de mi closet para sacar lo que está de más.
En verdad os digo que
esta viuda pobre ha echado más en el gazofilacio que todos los otros, pues
todos han echado algo de lo que les sobraba, ella, en cambio, en su necesidad,
ha echado todo lo que tenía, todo su sustento (Mc 12, 43-44).
Cuentan que un hombre
adinerado fue a ver a la Madre Teresa de Calcuta porque quería ayudarla con sus
obras a favor de los necesitados, y que le preguntó con cuánto dinero quería
que la ayudara. –“Deme hasta que le duela”, fue su respuesta. Ya me enteré que
lo del “gazofilacio” es la alcancía del Templo Judío, y es que para que el
Templo esté limpio, y los manteles y todo lo demás nítido, también hace falta
dinero… y además tú, Señor, te mereces lo mejor.
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Cuéntale
a Jesús cuánto te cuesta dar algo y pídele que te cure.
Propósito: ir mañana
bien vestido a Misa.