Si al llevar tu
ofrenda al altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 23-24).
¡Tienes razón, Señor,
como siempre! A veces voy a rezar y no puedo porque tengo un reflujo de bilis
por culpa de mi hermano; bueno, mejor dicho, por culpa de mis peleas con mi
hermano. Pero estar contigo, y saberte mi Padre me lleva a “reconciliarme” con
mi hermano, y luego rezo ya de otra manera, porque te veo sonreír al ver a los
hermanos que se llevan bien.
·
¿Con
quién tengo que reconciliarme?
Ponte de acuerdo
cuanto antes con tu adversario mientras vas de camino con él; no sea que tu
adversario te entregue al juez y el juez al alguacil y te metan en la cárcel
(Mt 5, 25).
El demonio, mi adversario,
intenta tentarme aprovechándose de mi soberbia, de mi sensualidad, de mi
comodidad. Jesús, quiero mantener este “acuerdo” con mi adversario: no dialogar
nunca con él, no dialogar con la tentación. Ayúdame a cortar, a reaccionar
rápidamente ante esas voces que llaman a la vida fácil y superficial pero que
no llena. Jesús, quiero presentarme a Ti con una vida llena de frutos, de
frutos de buenas obras, sobre todo para estar contigo y con la Virgen, pero
también porque en la cárcel se está muy mal. Menos mal que además de Juez eres
mi amigo...
·
Pídele
al Señor que no te deje caer en las tentaciones y que te ayude a salir de
ellas.
Propósito: Alejarme de la
tentación-televisión, o de la que sea.