No penséis que he
venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles
su plenitud. En verdad os digo que mientras no pasen el Cielo y la Tierra, no
pasará de la Ley ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla (Mt
5, 17-19).
Jesús, en el ambiente noto un terror a las normas, a los mandamientos,
como si fueran en contra de mi libertad. Yo creo en Dios, pero a mi manera; así
es más espontáneo, más natural, dicen muchos. En cambio, bien que siguen las
indicaciones si un producto es dañino para la salud, y entonces no piensan que
eso quita la libertad de hacer lo que uno quiere. Que me dé cuenta, Jesús, que
los mandamientos son carreteras que me señalan la buena dirección, el mejor
modo de llegar al destino correcto, para llegar hasta Ti.
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Habla con María sobre
si luchas para tener limpia tu alma.
El que los cumpla y
enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
Jesús, en mi afán de probarlo todo, saberlo todo, curiosearlo
todo, de verlo todo… He abierto puertas y saltado barreras: ¡Qué difícil
después dar marcha atrás! ¡Qué amargas experiencias! ¡Qué imágenes tan sucias!
¡Buscaba más libertad y he caído en la trampa del pecado que me esclaviza!
Jesús, con tu ayuda quiero cumplir tus mandatos ¡que liberan! Que nunca más
vuelva a jugar con el fuego o andar borderline con el pecado.
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¿En qué trampas suelo
caer? ¿Qué es lo que me esclaviza?
Propósito: Ofrecerle a la Virgen flores de pureza.