Zaqueo,
jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente
se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a
una higuera, para verlo (Lc 19, 2-4).
Jesús, este pasaje del evangelio ya salió el pasado domingo 3,
pero vuelvo a contarte que a mi me gusta subirme no a los árboles sino al
burro. Soy terco y obstinado y me cuesta dar el brazo a torcer. Me hago el
rogado para hacer las cosas, aunque sé que son cosas buenas. Jesús, ayúdame a
ser humilde.
·
Cuéntale
a Jesús en qué cosas eres soberbio.
Jesús,
al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: –Zaqueo, baja en seguida,
porque hoy tengo que alojarme en tu casa (Lc 19, 5-6).
Ese Zaqueo me da una lección de humildad. En público reconoció que
había estafado a varios y se decidió a tener una vida recta para poder seguirte
y amarte. Jesús, que yo aprenda a ser humilde y a reconocer mis errores, y a
saber pedir perdón cuando me equivoco.
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¿Hay
alguien al que le tengo que pedir perdón? Decídete a pedirle perdón.
Propósito:
aprender a aceptar mis errores y a pedir perdón.