viernes, 22 de noviembre de 2013

Mi casa es casa de oración, no cueva de ladrones

Entró Jesús en el Templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: «Mi casa es casa de oración» y vosotros la habéis convertido en una «cueva de ladrones» (Lc 19, 45-46).

Este pasaje ya salió este mes, el día sábado 9. Y vuelvo a decirte: Jesús, entras en el Templo de Jerusalén, y te lo encuentras todo lleno de suciedad, de animales y vendedores. Han convertido la casa de tu Padre en una cueva peor que la de Alí Babá y los Cuarenta ladrones. Y mi alma en gracia es Templo del Espíritu Santo y, por tanto, es también Casa del Padre y tuya. ¿Cómo cuido mi alma? ¿Está llena de animales, de vicios, de suciedad? Jesús, cada vez que comulgo, cada vez que entras en el templo de mi alma ¡qué vergüenza y qué pena, si no está lo suficientemente limpia! ¡Ayúdame!

·        Dile a Jesús que no quieres que tu alma sea una cueva de ladrones.

El celo de tu casa me consume (Jn 13, 16).

Jesús, entras con el látigo El celo de tu casa me consume. A veces yo también tengo que entrar en mi alma, que es tu templo, con el látigo a lo Indiana Jones. He de cortar con modos de vivir, con vicios adquiridos, con la impureza, con algún ambiente… He de entrar con el látigo contra la tibieza, que me hace flojo en la lucha por ser santo, y decir ¡basta!

·        ¿En qué cosas tengo que hacer de Indiana Jones?


Propósito: Echar a Alí Babá y llamar a Indiana Jones.