jueves, 31 de diciembre de 2015

NOCHEVIEJA. Gracias por tantas cosas buenas

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tiniebla, y las tiniebla no la recibieron (Jn 1, 4-5).
Jesús, me contaba Takayuki, mi amigo japonés, cómo es del “País del sol naciente”, una costumbre en Japón, que una vez comenzada la no­chevieja, algunos iniciaban la ascensión de alguna montaña. Toda la noche dura la escalada para llegar a la cumbre al filo del alba. Desde la cima reciben el amanecer del nuevo sol del nuevo año. “La luz brilla en las tinieblas”: Jesús, ¡que este mundo está muy oscuro!, ¡no te asustes! Jesús, danos también este año tu luz en el alma y en la inteligencia y no habrá tinieblas que se te resistan: un poco de tu luz puede disipar las tinieblas más tenebrosas.
Termina el año agradeciendo a Dios tantas cosas buenas
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre (…) A cuantos la recibieron, les da el poder para ser hijos de Dios (Jn 1, 9,12).
Jesús, yo de montañas nada. Esta noche mis hermanos quemarán “co­hetes” (a saber que mafiada hicieron para conseguirlos), y mi hermana –que está como una cabra– dice que esperará el año nuevo sobre el pie izquierdo para entrar con buen pie; los italianos cenarán lentejas; los franceses tomarán 12 uvas; los supersticiosos tocarán madera. Otros más perdidos disfrazados y bebiendo como náufragos. Jesús, yo quiero comenzar el nuevo año sintiéndome hijo de Dios.
Proponte comenzar el nuevo año con una oración.

Propósito: En el minuto 0, segundo 1 rezar, luego festejar.