lunes, 14 de diciembre de 2015

¿Quién si no?

Y Juan llamó a dos de ellos, y los envió al Señor a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro? (Lc 7, 19)
Ellos, Jesús, lo tenían difícil. Yo sé muy bien “teóricamente” a quien espe­ro, pero a veces pongo mis esperanzas en mis fuerzas o en los regalos que espero del Gordito vestido de rojo… Estos días de Adviento ayúda­me a esperar sólo en Ti. Tú siempre respondes, aunque a veces “pare­ces” dormir y olvidarte de nosotros. Eso hiciste cuando ibas en la barca y estalló una tormenta y Tú, cansado por la predicación, dormías… hasta que te despertaron: “Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Y le­vantándose, increpó al viento y dijo al mar: ¡Calla, enmudece! Y se calmó el viento, y se produjo una gran bonanza” (Mc 4, 38-39).
Repite con esperanza: ¡Ven, ven, Señor no tardes…!
En aquella misma hora curó a muchos de sus enfermedades, de dolencias y de malos espíritus, y dio la vista a muchos ciegos (Lc 7, 21).
Tus obras son la respuesta. Tú vienes a salvarnos del pecado y lo de­muestras salvando a muchos de las consecuencias del pecado original: la enfermad y la muerte. Y yo como cristiano debo también llevar la salvación a los demás, rezando por ellos y hablándoles de ti; pero tam­bién comprendiendo, acompañando a los enfermos y abandonados, consolando a los tristes. Ahora además, Jesús, cuando llegan los días en que no hay clases no tengo excusas de falta de tiempo.
Jesús ¿a quién quieres que lleve tu esperanza?

Propósito: Visitar a …