martes, 28 de febrero de 2017

El ciento por uno y la vida eterna

Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido (…) Recibiréis ahora, en este tiempo cien veces más (…) y en la edad futura la vida eterna (Mc 10, 28.30).
¡Que negocio! ¡El 10.000%! Esto no lo da ningún banco, ni caja, ni na­die… Jesús, me has convencido. Creo que voy a invertirlo todo en Ti, en Bonos del Tesoro, pero del Tesoro del Reino de los Cielos. Seguiré tu consejo: Amontonad tesoros no en la Tierra (…) Amontonad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroe, y donde los ladrones no socaban ni roban (Mt 6,19.20). Ahí no hay crisis económica que valga. Jesús, amontonaré generosidad, buen humor, alegría, saber perdonar, estudiar, obedecer, sacar buenas notas, tener amigos....
¿Voy llenando de cosas buenas mi cuenta corriente en Banck of Heaven?
Dónde está tu tesoro allí estará tu corazón (Mt 6,21).
¡Vale la pena! ¡Vaya si vale la pena! Pero no tanto por la rentabilidad, por el dinero (mi amigo llama al dinero: estiércol de Satanás), sino por estar siempre junto a Ti: y en la edad futura, la Vida Eterna. Como Gollum gemiré: mi tessssoro, mi tesssssoro… Jesús, Tú eres mi tesoro y dónde está tu tesoro allí estará tu corazón quiero siempre estar contigo, Tú eres el mejor Valor.
Termina agradeciendo tanta rentabilidad. ¿A quién se lo puedo decir?

Propósito: Invertir en el tesoro del Cielo.

lunes, 27 de febrero de 2017

Tú no quieres a Dios, tú cumples mandamientos

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acer­có uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: –Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? (Mc 10, 17).
Jesús, acabas de bendecir a los niños de aquel pueblo. Se te hace tarde y tienes que irte. Te acompañan los lugareños, cuando de repente apa­rece el hombre-bala: se le acercó uno corriendo, se arrodilló…. Jesús, no sé, pero cuando considero la actitud del joven rico me parece cada vez más falsa. Sobreactúa, es teatrero. Recuerda a lo que hacen algunos delanteros para celebrar un gol: van corriendo al corner y se deslizan de rodillas sobre la hierba... ¿Pero por qué espera a que salgas de la ciudad? ¿No pudo hablar antes contigo de forma más discreta? Eso de ir corrien­do y ponerse de rodillas, montar el numerito me parece algo forzado.
Jesús, no solo fue por las riquezas. El chico se quería demasiado.
Todo esto lo he guardado —le dijo el joven— ¿Qué me falta aún? (Mt 19, 20).
En el fondo el chico lo que buscaba era quedar bien. Un bien-queda. Está orgulloso de sí mismo, le gusta ser el centro y lo manifiesta clara­mente: —¿Cuáles?... ¿Qué me falta aún?... –Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Pobre. No estaba preparado para seguir a Cristo. Es el peligro de reducir la fe a cumplir mandamientos. Jesús, sin darme cuenta yo también pretendo comprarte cumpliendo man­damientos.
Dile a Jesús que la cosa más monstruosa es un cumple-mandamientos.

Propósito: no ser bien-queda ni cumple-mandamientos.

domingo, 26 de febrero de 2017

No andéis agobiados

No estéis agobiados por la vida (…) ¿Por qué os agobiáis por los vestidos? (…) No andéis agobiados pensando qué vais a comer o beber (…) No os agobiéis por el mañana (cfr Mt 6, 24-34).
Jesús, toy agobiao. Mi mamá ya me llama “el angustias”. Es que lo veo todo taaán difícil, todo taaán complicado. Seguro que si cae un me­teorito me da de lleno, y luego en el cielo me toca detrás de columna. Me agobio con los estudios, con los amigos, con lo que me pongo, con lo que engorda, con que pierda el ------, con mis defectos. Y Tú, Jesús, en el corazón me respondes: Buscad el Reino de Dios y lo demás se os dará por añadidura. Jesús, que ya no me dé más vueltas, que en el fondo es egoísmo. Que piense en los demás y confíe más en ti, Porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad (Mt 6, 8).
Recuérdale a Jesús, que no se olvide de lo de la Añadidura, que también es importante.
Mirad los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta (Mc 6, 26).
Jesús, en casa tenemos unos canarios. Se dan la gran vida: todo el día ahí saltando, cantando y comiendo alpiste a mesa servida. Y yo ¿valgo más que ellos? ¿Seguro? Y me dices: ¿No valéis vosotros más que ellos? Me consuela saberlo, ayuda a mi autoestima. Se lo diré a mi hermana.
Aunque soy un pajarraco y además bastante feo , Jesús me quiere.

Propósito: olvidarme de los agobios ¡Valgo más que un pájaro!

sábado, 25 de febrero de 2017

Jamás se ha oído decir…

Le presentaron unos niños para que los tocase (Mc 10,13).
Aquel niño travieso ¡qué bien conocía a su mamá! Cada vez que co­metía alguna fechoría, alguna “barrabasada”, no esperaba a ser descu­bierto sino que, corriendo buscaba a su madre: —Mamá, mamá… Ésta, asustada por los gritos, acudía presurosa: ¿Qué pasa hijo mío? ¿Qué sucede? —Mamá, bonita… Y la madre, de golpe, lo entendía todo. Hoy es sábado, en el que los cristianos veneramos a la Santísima Virgen ¿De qué lío me puede sacar la Virgen? Pídele que te auxilie. ¿No es acaso tu Madre?
Cuando esté en apuros y cuando no, acudiré a mi Madre del cielo.
Os aseguro que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y abrazándolos, los bendecía impo­niendo las manos sobre ellos (Mc 10,16).
Siempre lo es, pero hoy de forma especial: ¡Sábado y fiesta de la Virgen!, es la ocasión de hacernos niños y rezar muchas veces el Acordaos, un “auténtico chantaje” a la Virgen: Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acu­dido a vuestra protección, implorando vuestro auxilio, haya sido des­amparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh Madre…” ¡Ahí queda eso!
Pide a la Virgen que auxilie también a personas a las que quieres.

Propósito: Acordarme de rezar el “Acordaos”.

viernes, 24 de febrero de 2017

Mi amor es mi peso

¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? (Mc 10,2).
Jesús, pero ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanta tragedia, tanto dolor? ¿No me pasará a mí también? Jesús, con razón me decía aquel amigo: “Cuando el noviazgo es una comedia (todo vale), el matrimonio acaba en tragedia (ya, nada vale)”. Es en el noviazgo cuando pongo los cimien­tos, las bases, de lo que después será un hogar luminoso y alegre y no todo vale... Es tiempo de hablar y hablar. ¿De qué?: decía una abuela: “Si la persona con la que sales, que empieza a gustarte, no tiene fe, entonces no tomes ni café; porque si te enamoras, luego ¿Qué haces?... Compartir amores es compartir valores.
Dicho de abuela sabia: Si no tiene fe, ni café.
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre (Mc 10,9).
Juan Pablo II escribió una obra de teatro El taller del orfebre en la que trata de las andanzas de varios matrimonios jóvenes en los que se ha terminado el amor. Un día Ana, una de las mujeres, decide entrar en la tienda para tasar su alianza matrimonial... El orfebre comprueba en la balanza que ¡no pesa nada! Asombrado mira por dentro y encuentra inscrita la fecha de la boda. - Lo siento, su anillo no tiene valor, si no está junto al otro. Es lo que decía San Agustín: Mi amor es mi peso.
“Los grandes amores de muchos colores me gustan a mi” (Jon Baez).

Propósito: ser firme.

jueves, 23 de febrero de 2017

Jesús, Tú eres mi “recompensa”

Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nom­bre, porque sois de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa (Mc 9, 41).
Jesús, soy un cazador de recompensas, como en las películas del oes­te. Mira, en este mes, no sólo he servido el agua en la mesa, sino que también, he regado las plantas de mi mamá, he lavado el carro de papá, me he hecho la cama todos los días… ¡Tantas cosas buenas! Jesús, ¿qué me he ganado de recompensa...? ¿Sabes una cosa?, pen­sándolo bien no quiero más recompensa que tenerte a ti, parecerme a ti Jesús, que no te pierda nunca, que no pierda mi Recompensa.
Agradece a Jesús tantas cosas buenas y exígele tu Recompensa.
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y sea arrojado al mar. (Mc 9, 42)
Jesús, ¡qué tonto soy! A veces me da por ser mayor y me pongo a ridi­culizar delante de los demás la piedad e inocencia de los niños más pequeños: cuando van a Misa, hacen la Visita, voy, —idiota de mí—, y me río de ellos... Y lo hago sólo para quedar bien delante de mis ami­gos. Jesús, te pido perdón por si alguna vez he podido escandalizar a alguien, y más si fuera un niño.
¿Evito dar mal ejemplo, el escándalo, especialmente con los niños?

Propósito: ganar la mejor recompensa.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Cátedra de San Pedro. No prevalecerán sobre ella

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el po­der del infierno no la derrotará (Mt 16, 18).
El Papa Benedicto XVI sufrió los horrores y la persecución del nazismo en la 2ª Guerra Mundial. Él mismo lo cuenta: La Iglesia había sido, pese a las muchas debilidades humanas, el polo de oposición contra la ideo­logía destructiva de la dictadura nazi; ella había permanecido en pie en el infierno que había devorado a los poderosos gracias a la fuerza proveniente de la eternidad. Nosotros teníamos la prueba: las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Sabíamos, por experiencia pro­pia, qué cosa eran las puertas del infierno y podíamos ver también con nuestros ojos que la casa construida sobre roca se había mantenido firme. ¿Quién le iba a decir que después él sería Pedro?
Pide por el Papa Francisco, para que sea piedra, roca de la Iglesia.
Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en Cielo (Mt 16, 19).
Jesús, al Papa no le has dado las llaves del carro, o de una casa en la playa, o la clave para entrar en la compu. Le has dado las llaves de tu Casa, del Cielo. Por eso diré con San Josemaría: Todos con Pedro hacia Jesús por María.
Hazte amigo de San Pedro para que cuando llegue el momento te abra la puerta.

Propósito: rezar a diario por el Papa.

martes, 21 de febrero de 2017

Porque los iba instruyendo…

Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que na­die se enterase, porque los iba instruyendo (Mc 9,30).
Jesús, ¿de qué les hablabas? ¿Qué les contabas? Me imagino que les hablarías de tu Familia: lo mucho que te quiere tu Padre que está en el Cielo, y del Espíritu Santo que es todo Amor, de tu entrega, pasión y muerte por todos los hombres, pero que luego resucitarías... pero no en­tendían aquello. Los pobres se mirarían y por lo bajo: ¿Pero es, o no es, el Mesías? ¿¡Pues entonces...!? Jesús yo tampoco entiendo tantas cosas: por qué mueren los niños, por qué hay guerras, hambre, dolor... Jesús, háblame, instrúyeme…
Dile a Jesús que quieres formarte hasta los 100 años por lo menos.
¿De qué discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante (Mc 9,33-34).
Los discípulos, genio y figura hasta la sepultura. Como yo, que a veces tampoco me entero. Y lo peor es que me lo creo. Pienso que estoy bien instruido, con buena formación, digo, por mi familia, porque asisto a clases de Religión. Jesús, pero no es suficiente… No puedo funcionar así, con los conocimientos de la 1°Comunión. Jesús, necesito conocerte mejor y dejarme formar asistiendo a charlas, círculos, meditaciones, re­tiros. ¿Por qué?: ¡Porque me da la gana!
Amar a alguien es conocerle mejor. Di que le quieres conocer más.

Propósito: conocerle mejor.

lunes, 20 de febrero de 2017

El Maestro está aquí y te llama

Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo (Mc 9,15).
Jesús, ¡lo que hace la Visita al Santísimo! Edith Stein, la que después sería Santa Benedicta de la Cruz, cuenta que de joven estaba llena de prejuicios racionalistas. Un día, paseando con un amigo católico, ella era judía, por la ciudad vieja de Fráncfort: entramos unos minutos en la catedral y, en medio de aquel silencio, entró una mujer con su bolsa del mercado y se arrodilló con profundo recogimiento para orar. Esto fue para mí algo totalmente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias pro­testantes que yo conocía se iba sólo para los oficios religiosos. Aquí, en cambio, cualquiera en medio de su trabajo se acercaba a la iglesia vacía para un diálogo confidencial. Esto no lo he podido olvidar.
Jesús, que todos los días vaya a hacerte una “visitilla”.
En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plan­tó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que quería visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro (Ex 33, 7-8).
Jesús, me han explicado que al Sagrario también se le llama Tabernáculo, que significa Tienda del encuentro. ¡Qué alegría! A mí también me gus­tan los campamentos: ir por ahí y poner la tienda de campaña. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Pero, ¿por qué no iré más a verte al Tabernáculo?
Jesús, iré a visitarte a tu Tienda de Gran Jefe cada día.

Propósito: visitar al Gran Jefe.

domingo, 19 de febrero de 2017

No me seas “rancio”

Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestro enemigos y rezad por los que os persigan, para que seáis hijo de vuestro Padre que está en los Cielos, que hace salir su sol sobre buenos y malos (Mt 5, 43-44).
Jesús, quiero pertenecer a tu familia, ser hijo de tu Padre, ser tu hermano, parecerme cada vez más a Ti A veces me gusta imaginarme que me invitas a tu casa de Nazaret y la Virgen, “nuestra Madre”, —porque tam­bién es mía— nos da de merendar pan con chocolate y dátiles, que me gustan mucho. Y entonces te pido que en vez de dátiles, que engordan, me des, mejor, un corazón como el tuyo, que sepa amar a los que no me quieren y rezar por los que me persiguen
Aprovecha que estás en casa de la Virgen y dile lo mucho que la quieres
Si amáis a los que os aman, ¿qué merito tenéis? (Mt 5, 46).
Jesús, no hay más que una raza en la tierra: la raza de los hijos de Dios, decía San Josemaría. Jesús, a veces veo con malos ojos a uno porque es de otra raza, de otra cultura, de otro país, de otra lengua, o simple­mente de otra clase, de otro curso o de otro colegio. Que aprenda a amar a todos, sin hacer “grupos cerrados”. Que tenga amistades bien ventiladas, porque todo lo encerrado acaba oliendo mal.
Pídele a la Virgen un corazón grande y bien ventilado.

Propósito: tener muchos amigos.

sábado, 18 de febrero de 2017

Este es mi Hijo amado; escuchadle

Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos (Mc 9,2).
Jesús, hoy en la oración me voy contigo de excursión al monte. Como siempre te llevas a tus tres apóstoles montañeros, los íntimos. Yo haré de sherpa y subiré en mi mochila la merienda para todos. Jesús, ¡cómo te gusta el monte!: Tabor, Sinaí, Monte de las bienaventuranzas, Gólgota... La ascensión es dura porque la montaña es alta, pero una vez arriba ¡Ha merecido la pena! ¡Qué vista! ¡Qué aire más limpio! Jesús, subir el monte es como hacer la oración: hay que poner esfuerzo, cuesta, pero luego todo se ve más claro y, además, Tú estás en la cima esperándome para transfigurarte, para darme más luces.
Una montaña no es alta si un amigo te espera arriba: Jesús me espera.
Se formó una nube que lo cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadle (Mc 9,7).
Dios Padre ya no podía aguantar más y aprovechó la ocasión: Este es mi Hijo amado; escuchadle. Se siente orgulloso de su Hijo al que quiere tanto. Señor, yo también quiero ser tu hijo amado porque con tu Gracia cada día me parezco más a Jesús, mi vida reflejará su Vida.
Jesús, para parecerme y reflejar tu vida, primero tengo que “escucharte”.

Propósito: hablar menos y escuchar más.

viernes, 17 de febrero de 2017

Vergüenza solo para pecar

El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio la salvará (Mc 8,35).
En 1247 San Simón Stock fue elegido sexto general de los Carmelitas. Como respuesta a sus súplicas de auxilio a su oprimida orden, la Virgen María se le apareció en Cambridge, Inglaterra, el domingo, 16 de julio de 1251. La Virgen se le presentó portando un escapulario en la mano y dándoselo le dijo: toma, hijo querido este escapulario de la orden será como la divisa de mi confraternidad y para ti y todos los Carmelitas un signo especial de gracia; quienquiera que muera portándolo, no sufrirá el castigo eterno.
¿Tengo impuesto el Escapulario? ¿Lo llevo puesto siempre?
Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta gene­ración descreída y malvada, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él (Mc 8,38)
Otro inglés. De aquel soldado fallecido en combate, además del reloj, llegó a su familia la medalla escapulario que siempre llevaba puesta. “Quiero que la lleves tú, dijo el padre a otro de sus hijos -Papá, no pro­tegió mucho a mi hermano ¿No crees? -Claro que sí, mucho más de lo que te imaginas: Si caes herido y te llevan al hospital, saben que eres católico y te buscan un sacerdote… Fue lo que pasó con tu hermano. Me lo contó una enfermera”
Quien se avergüenza de su madre es un canalla

Propósito: vergüenza solo para pecar.

jueves, 16 de febrero de 2017

Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Por el camino preguntó a sus discípulos: —¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos le contestaron: Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas (Mc 8, 27-33).
Jesús, pues yo he oído todo tipo de tonterías: unos dicen que si eres un extraterrestre, un guerrillero, un hombre bueno, o un mito... Otros que si un incordio o un aguafiestas. Algunos no saben o no contestan (n.s. ó n.c.). Jesús, qué pena, han pasado 20 siglos y tantos que no saben (n.s.). Tantos que se dicen cristianos y no tienen ni idea, no contestan (n.c.). Funcionan con clichés, caricaturas, eslóganes, lo que han visto u oído en la tele. Nadie ha sabido explicarles, hasta ahora.
Dile a Jesús que quieres ser su portavoz: llevar su voz a todos.
Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Pedro le contestó: Tú eres el Mesías Mc 8, 27-33.
Jesús, quieres saber mi opinión y me lo preguntas a quemarropa: Y tú Andrés, Mónica,... (pon tu name). ¿Tú, quién dices que soy yo? Venga, no mires atrás, respóndeme... Respuesta: -Jesús, mira mi vida, mis obras son elocuentes: desde que me levanto hasta que me acuesto pienso en ti, sueño contigo. Te lo diré con palabras de San Pedro: Tú eres el Mesías. Tú eres mi salvador.
Dile a Jesús, todo lo que piensas sobre Él. Despáchate a gusto.

Propósito: ser portavoz / explicar a ns y nc quién es Jesús.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Me saciaré de tu semblante

Llegaron a Betsaida. Le trajeron a un ciego, pidiéndole que lo tocase (Mc 6, 22-26).
—¡Despacio! ¡Que no tropiece! Trastabillando, aquel cieguecito fue lle­vado de mano en mano hasta la mano de Jesús. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano. Pero aquella mano era diferente, pensó el ciego, le guiaba seguro ¿Podría quizá éste poner fin a su ceguera? Otros lo habían intentado. ¿Traería colirios mágicos de Alejandría? ¿Se llevaría, como los otros, su dinero y su ilusión? El profeta empezó a hablarle mien­tras le humedecía sus ojos. Le untó saliva en los ojos, le impuso las manos. ¿Qué es lo primero que te gustaría ver? Al ciego se le agolparon los deseos: árboles, hombres, a sus hijos corriendo.
Jesús que no me ciegue ni con espejismos ni con falsas ilusiones.
Le puso otra vez las manos en los ojos: el hombre miró, estaba curado (Mc 6, 22-26).
Jesús, esta vez fue a la 2ª. El ciego de Betsaida necesitaba una segunda mano. Y a la 2ª fue la vencida: abrió los ojos y veía con toda claridad. ¿Qué es lo que vio tan claro? Te vio a ti, Jesús mío, y como el Salmo quizá exclamó: Me saciaré de tu semblante, Señor. Y ya no pudo dejar de mirar.
Pide a Jesús que te eche todas las manos que haga falta: ¡Señor que vea!

Propósito: repetir, Señor quiero ver tu rostro.

martes, 14 de febrero de 2017

Santos Cirilo y Metodio. La mies es mucha

Los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir (Lc 10,1).
Jesús, de dos en dos pero sin empujar, ¡que hay gente para todos...! No sé qué me pasa pero hoy se me está abriendo un hambre apostólica… Me dice que para hacer apostolado, para acercar a alguien a Dios, en primer lugar hace falta oración. Por eso hoy mi lema apostólico es de dos en dos pero con el tresmásdos. Quiero tener aventuras apostólicas, como las de aquellos dos amigos tuyos con nombres tan curiosos: Cirilo y Metodio, Patronos de Europa. No lo tuvieron fácil. Fueron grandes evan­gelizadores en una época muy complicada, mucho más complicada que la nuestra. Eran tan sólo dos pero convirtieron a naciones enteras que desde entonces son cristianas. Llevaron a Cristo.
No me llamo ni Cirilo ni Metodio, pero “envíame”, quiero ser apóstol.
La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies (Lc 10,2).
Quizá naciones enteras no, pero sí puedo evangelizar, llevar a Cristo a mi clase, a mi colegio, a mi familia, a mis amigos. Eres, entre los tu­yos —alma de apóstol—, la piedra caída en el lago. —Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo... y éste, otro... y otro, y otro... Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión? (Camino 831). Yo seré, con tu gracia, esa piedra que removerá las aguas.
Dile a Jesús, que te encanta hacer olas.
Propósito: hacer olas.

lunes, 13 de febrero de 2017

Jesús dio un profundo suspiro...

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo (Mc 8, 11-13).
Jesús, te pusieron a prueba, como si fueras un carro o un perro amaes­trado: Si te subes hasta aquí arriba y haces el triple mortal…; y ahora el más difícil todavía: haznos un milagrito. Jesús, te pusieron a prueba y yo también, a veces, te pongo a prueba: —Que apruebe el examen con buena nota y sin estudiar. —Que encuentre el bolígrafo sin buscarlo. —Si no me concedes lo que te pido, ya no respiro o dejo de creer o de ir a Misa… Jesús, perdóname pero a veces ¡te pido cada cosa!
¿En qué cosas pongo a prueba a Jesús?
Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¿Por qué esta generación reclama un signo? (Mc 8,11-12).
Mi abuela —que es una santa—, no hace más que suspirar. Toma todo el aire que puede, lo mantiene un ratito en los pulmones y después lo suelta de golpe, mientras musita ¡¡Ay Sssseñor…!! Mis hermanos y yo de­cimos que los suspiros le salen del alma. Jesús, ¿cómo fue tu profundo suspiro?, ¿suspiras también por mí?: este no se entera, pero qué cosas me pide…
Dile que le vas hacer suspirar de orgullo santo por tener un hijo tan luchador.

Propósito: aprender de mi abuela.

domingo, 12 de febrero de 2017

Jesús, menos “ganso” y más “manso”

Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que se llene de ira contra su hermano será reo de juicio; y el que llame a su hermano necio será reo ante el Sanedrín” (Mt 5, 21-22).
Jesús, cuando me enojo con mis hermanos o con mis amigos no es que les llame “necio”, sino insultos terribles: cucaracha, rata de cloaca, sabandija, sanguijuela o cosas peores… Luego, después, me arrepiento y lo paso mal. Jesús, ¿por qué tendré la lengua tan afilada? ¿Por qué hago tanto daño a los que más quiero? Jesús, contigo también se me­tían: Muchos de ellos decía: —Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis? (Jn 10,20), y les perdonabas siempre. Jesús, quiero ser como tú: Manso y humilde de corazón (Mt 11,29).
Jesús ¿existen ejercicios de mansedumbre? Ayúdame para ser como Tú
Ve primero a reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 24).
Jesús ¡Cómo me cuesta pedir perdón! Porque cuando me enojo, siem­pre creo que es el otro el que debe pedirme perdón a mí. Incluso llego a la tontería de no hablar con una persona durante un tiempo, porque me ha hecho esto y lo otro; y hasta que no me pide perdón… Sin embargo Tú has perdonado incluso a los que te crucificaban. Que aprenda de Ti a perdonar, a adelantarme, a pedir perdón de la parte de culpa que tenga.
Piensa con quien tienes que hacer las paces, pedir perdón, y terminas.

Propósito: pedir perdón.

sábado, 11 de febrero de 2017

Me da lástima de esta gente

Como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús lla­mó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de esta gente (Mc 8, 1-2).
Jesús, no me canso de contemplarte una y otra vez. En ti encuentro un rostro siempre nuevo e inagotable que me invita a seguirte. Puedo observar tu gesto cordial y optimista, tu buen humor, tu tristeza ante el mal, tu mirar compasivo y misericordioso: Me da lástima de esta gente. Te das cuenta de las necesidades de la gente, de cada uno, también de las mías.
Jesús, estos días, por dentro hablo contigo agradeciéndote tantas cosas.
Llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos (Mc 8, 2-3).
Un Dios que es Padre y a la vez con corazón de Madre. Sólo los ojos de madre pueden ver ciertas cosas: No tienen qué comer (...), se van a desmayar por el camino, (...) han venido desde lejos. Y a mí me dices: tienes mala cara, ¿no tendrás fiebre?, hoy no has dormito bien, ¿verdad?, a ver, ¿qué ha pasado hoy en clase?.... Y surge mansa la oración como el agua de una fuente: Pues mira Jesús a mí lo que me pasa es que...
Dale un poco de pena a Jesús para que te haga caso (se deja engañar).

Propósito: dar un poco de pena, así, en general.

viernes, 10 de febrero de 2017

Jesús, tu eres mi otorrinolaringólogo…

Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar (Mc 7, 32).
Jesús, en mi casa somos un poco sordos. Dice mi mamá que debe tratarse de una “sordera familiar selectiva”. Selectiva porque no oímos cuando suena el teléfono o llaman a la puerta, pero luego, cuando algo nos interesa, no se nos escapa detalle. Mi mamá, que es santa, nos repite siempre que “no hay peor sordo que el que no quiere oír”. Jesús, en la oración me pasa algo parecido: pienso que a mí no me hablas pero en el fondo es que no termino de escucharte, hago poco por sintonizar contigo.
Dile a Jesús que tú eres el sordo del evangelio, a ver qué puede hacer
El, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: —Effetá (esto es, «ábrete»)” (Mc 7, 31-37)
Jesús, ya sabes. Límpiame los conductos auditivos del alma. Quizá se trate de pereza, de impureza, de prejuicios, de soberbia. Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Jesús, ábreme los oídos del alma, suéltame la lengua para hablar de Ti.
Dile a Jesús que le nombras tu “Otorrinolaringólogo”, casi nada…

Propósito: ¿Escucho a Jesús?

jueves, 9 de febrero de 2017

Jesús, estoy para darte gusto

No está bien echarles a los perros el pan de los hijos (Mc 7,27).
Jesús, esto de los perros me trae a la cabeza lo que cuenta San Josemaría: “Ayer, por la tarde, a las tres, salí al presbiterio de la Iglesia del Patronato a hacer un poco de oración delante del Santísimo Sacramento. No tenía gana. Pero, me estuve allí hecho un fantoche. A veces, volviendo en mí, pensaba: Tú ya ves, buen Jesús, que, si estoy aquí, es por Ti, por darte gusto. Nada”. Como yo ahora Jesús, para darte gusto.
Jesús, que mi oración no dependa de mis ganas. Estoy para darte gusto.
Pero también los perros, debajo de la mesa, comen las miga­jas que tiran los niños (Mc 7,28).
San Josemaría se encontraba seco en su oración pero persevera ha­ciéndose un perrito: “Mi imaginación andaba suelta, lejos del cuerpo y de la voluntad, lo mismo que el perro fiel, echado a los pies de su amo, dormita soñando con carreras y caza y amigotes —perros como él— y se agita y ladra bajito... pero sin apartarse de su dueño. Así yo, perro completamente estaba”. Jesús que forma más hermosa de estar siem­pre contigo: un perrito fiel que come de las migajas.
Dile a Jesús: que quieres rezar soñando… ¡pero sin dormirte!

Propósito: hacer de perro delante de Dios ¡guau!

miércoles, 8 de febrero de 2017

¡Te basta mi gracia!

Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difama­ción, orgullo, frivolidad (Mc 7,14-23).
Jesús, algo me sospechaba. ¿Por eso dentro de mí encuentro tantas ga­nas de molestar a mis hermanos, llevar la contraria a mis papás, hacer enojar a mi perro, mentir, engañar...? Me pasa como a S. Pablo: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Jesús, y todo este mal, ¿de dónde sale? ¿Quién lo ha puesto? Si yo no soy malo, ¿por qué a veces hago daño a los que más quiero? Y me responde S. Pablo: No soy yo quien lo realiza, sino el pecado que habita en mí. Tras el triste episodio de la manzana una gota de aquel veneno, el pecado original, nos ha llegado a cada hombre, a mí también.
Que no me olvide del pecado original. Debo luchar contra el Maligno.
¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Mc 7,14-23).
Y San Pablo escuchó: Te basta mi gracia. Jesús, la Gracia que me das en tus sacramentos es el antídoto contra el veneno del mal, contra el pe­cado. Porque donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (Rm 5,20). Necesito mucho antídoto, necesito mucha gracia.
Busca el surtidor más cercano de Gracia y llena el depósito del alma. Es decir confesión frecuente.

Propósito: ponerme el antídoto.

martes, 7 de febrero de 2017

Mi corazón está muy, pero muy cerca de ti

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío (Mc 7,6).
Jesús, con palabras de Isaías te quejas de tus contemporáneos. Cumplían las tradiciones, hacían sus rezos pero les reprochas que su co­razón está lejos de mí. —¿No me pasará a mí algo parecido? —¿No te quejarás también de mí?: Hago el 3+2, rezo el Ángelus, e incluso hago el Vía Crucis los viernes... Jesús, que nunca me olvide que estas prácticas de piedad son medios para acercarme más a ti, para quererte más, pero no son fines. Jesús, Tú no eres como las máquinas de Coca-Cola® que echas una moneda y sale la lata. Jesús, no te voy a comprar con mis rezos, pero sí te voy a ganar con mi corazón enamorado.
Dile a Jesús que le quieres mucho, ¡pero mucho!, y luego sigues.
Hipócritas, (...) ¡anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición! (Mc 7, 9).
Jesús tengo los días súper-llenos: clases de piano, de tenis, esgrima, equitación... Es la tradición en mi familia. Y como no quiero ser un hi­pócrita de esos, también dedico tiempo a los demás. En el viejecito del asilo que espera mi visita, en el pesado de mi hermano, en el niño al que doy catequesis... En ellos veo tu «imagen y semejanza», que me enamora. Ahí me esperas…
Dile a Jesús que también le das tu tiempo y terminas.

Propósito: tomarme una coca-cola, por ejemplo. 

lunes, 6 de febrero de 2017

“Acariciar” a Dios en cada comunión

Colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto (Mc 6,56).
Jesús, a veces me lleno de envidia por la suerte que tuvieron algunos de tus contemporáneos: oír tu voz, disfrutar de tu sonrisa, mirarte a los ojos... Se conformaban con poco, tan sólo con tocar el borde de tu manto y... ¡quedaban curados! Jesús y yo, que te recibo en la Eucaristía, no me conformo con tocarte, en cada Comunión quiero acariciarte con mis obras buenas en mi alma para que también me cures.
Jesús, ¡qué ganas tengo de comulgar! ¿Por qué no voy más a Misa?
Y los que lo tocaban se ponían sanos (Mc 6,56).
Jesús, ¿te acuerdas? Aquel chico de 15 años entristecido porque al asistir a la Sta Misa el domingo con toda su familia no pudo comulgar. Tenía en la conciencia haber cometido un pecado grave. Veía a los demás, sus papás, sus hermanos comulgar y sintió un gran vacío, un hambre de eu­caristía, una gran necesidad de tener a Dios en el alma. Cuando poco después por la confesión recuperó la gracia, comentaba, con una sabi­duría impropia de su edad, como Dios se había servido de esa tristeza, de ese vacío, para que valorara más lo que es la comunión, tener a Dios en el alma. Jesús, ¡qué suerte más grande tengo! En cada Comunión te hago mío, te como ¿Las aprovecho? En cada Comunión ¡toco a Dios!
Después de la Comunión me quedaré un ratito con Jesús, dando gracias.

Propósito: acariciar a Dios en mi alma cada vez que comulgue.

domingo, 5 de febrero de 2017

Candil, candilón… civil y ladrón

Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, lo pone en el candelero para que los que entren tengan luz (Lc 8,16)
San Mateo recoge el mismo pasaje: Ni se enciende una luz para po­nerla debajo de un celemín (Mt 5,15). Jesús, me encantan estas pa­labras antiguas: Candil, Celemín… Son palabras, tan bonitas, que da gusto pronunciarlas. Mi abuela me ha explicado que Candil viene de candela. Lámpara de aceite con un asa y mecha. Y que el Celemín era la vasija de barro que servía para guardar y medir el grano. Y a lo que vamos: ¿Qué pinta un candil debajo de un celemín? ¿Para qué sirve una luz encendida debajo de la cama? Que alguien me lo explique.
Cuéntale a Jesús tu posible explicación de este pasaje del Evangelio.
Sino sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre (Mt 5, 15-16).
Jesús, mi hermano pequeño, que está aprendiendo hablar, llama al médico internista: el linternista, porque dice, siempre lleva una linterna en el bolsillo. Pues yo también quiero ser linternista, iluminar a todos no con una linterna sino con mis buenas obras, con mi alegría, con mi simpa­tía. Jesús, ser tu amigo es algo luminoso que no se puede ocultar, que atrae. Esta es tu luz: sonreír, comprender, perdonar, consolar, servir… mis buenas obras.
Hacer obras buenas iluminan pero sobre todo dan Gloria a Dios

Propósito: ser linternista. 

sábado, 4 de febrero de 2017

No te dejo ni a sol ni a sombra, ¡siempre contigo!

Y les dice: —Venid vosotros solos a un lugar apartado, y des­cansad un poco (...) Y se marcharon en la barca a un lugar apartado ellos solos (Mc 6, 32-33).
Pobrecillos. Los discípulos debían estar cansadísimos... Jesús, ¡cómo te preocupas por tus apóstoles! ¡Cómo les cuidas!... ¡Cómo también me cuidas a mí! A Pedro, cuando estaba muy cansado, quizá se le despei­naban las barbas y a Mateo tal vez le brillaba un poco más la calva. Son detalles que sólo perciben los ojos de los que aman. Y Tú, Jesús, te da­bas cuenta enseguida: Eres un padre y una madre con ojos y corazón.
Cuéntale lo cansado que estás para que te reserve sitio en su barca.
Venid a mí todos los que estéis cansados y agobiados (Mt 11, 29).
Eso va por mí, diría San Pedro; ¡Y por mí!, añadió el de la calva reluciente. Venid vosotros solos a un lugar apartado. Y te los llevaste, no a cual­quier sitio, sino... ¡de paseo!.
Dile a Jesús que nunca le vas a dejar solo en saber cuidar de los demás.

Propósito: cuidar a mi familia.

viernes, 3 de febrero de 2017

No perder la cabeza

Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magna­tes, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey dijo a la joven: pídeme lo que quieras, que te lo doy (Mc 6, 14-29).
Jesús, ¡menuda fiestita de cumpleaños! Acabó fatal. Qué contraste: el mayor nacido de mujer, un hombre justo y santo, va a morir para sa­tisfacer el capricho de otro hombre ridículo, lleno de vacío, supersticio­so, cruel e impuro. Seguramente Herodes estaría medio borracho. La mezcla del alcohol y sexo tiene consecuencias imprevisibles: violencia, egoísmo, aborto, dolor. ¿No seré yo también con mi presencia y mi silen­cio cómplice de tanto asesinato?
Que no me olvide de los pecados de omisión: el que calla, otorga.
Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista (…) Lo decapitó en la cárcel, trajo la ca­beza en una bandeja y se lo entregó a la joven (Mc 6, 14-29).
Jesús, aquella adolescente alocada perdió la cabeza y pidió la cabeza de San Juan Bautista, como podía haber pedido un caballo, un perrito o un anillo. Quizá pensaba que era una artista. Y, ¿qué tiene de malo dan­zar? No era del todo consciente que con su forma de bailar, y de vestir despertó las pasiones de Herodes. Y yo, ¿soy consciente?
Mi forma de vestir, bailar, hablar, puede ser causa de que otros pequen.

Propósito: no perder la cabeza. 

jueves, 2 de febrero de 2017

La Presentación del Señor. El Niño iba creciendo

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la Ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para pre­sentarlo al Señor, como está mandado en la Ley del Señor (Lc 2, 22-23).
Jesús, tus papás José y María -que te querían mucho- te llevaban al Templo de Jerusalén. A mí también mis papás -que me quieren mucho-, me llevan cada domingo a Misa. Pero no lo hacen porque si, sólo por cumplir la ley, por el cumplimiento (cumplo-y-miento) sino por Amor a Dios. Jesús, en la Eucaristía me esperas para alimentar mi alma. ¡Sufres tanto con las almas desnutridas, raquíticas. Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello… (Lc 17, 2-3). ¡Atentos, padres! Y cómo gozas con las almas gorditas, como la mía, bien alimentada con tu Cuerpo.
No llevar a Misa a los niños es una crueldad, es desnutrir sus almas.
El Niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sa­biduría; y la gracia de Dios lo acompañaba (Lc 2, 22-40).
—Llevo 20 años yendo a Misa y no me acuerdo de ninguna homilía. Eso de ir a Misa ¡no sirve para nada!, se justificaba aquel hombre. Y su amigo le explicó: -Llevas 20 años comiendo 3 veces al día y ni siquiera puedes recordar lo que has comido hoy. Pero si no te hubieras alimen­tado cada día, ahora estarías muerto. Jesús, gracias por alimentarme cada semana.
Dile que quieres tener un alma gordita.

Propósito: vivir la Misa con amor.