viernes, 17 de febrero de 2017

Vergüenza solo para pecar

El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el evangelio la salvará (Mc 8,35).
En 1247 San Simón Stock fue elegido sexto general de los Carmelitas. Como respuesta a sus súplicas de auxilio a su oprimida orden, la Virgen María se le apareció en Cambridge, Inglaterra, el domingo, 16 de julio de 1251. La Virgen se le presentó portando un escapulario en la mano y dándoselo le dijo: toma, hijo querido este escapulario de la orden será como la divisa de mi confraternidad y para ti y todos los Carmelitas un signo especial de gracia; quienquiera que muera portándolo, no sufrirá el castigo eterno.
¿Tengo impuesto el Escapulario? ¿Lo llevo puesto siempre?
Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta gene­ración descreída y malvada, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él (Mc 8,38)
Otro inglés. De aquel soldado fallecido en combate, además del reloj, llegó a su familia la medalla escapulario que siempre llevaba puesta. “Quiero que la lleves tú, dijo el padre a otro de sus hijos -Papá, no pro­tegió mucho a mi hermano ¿No crees? -Claro que sí, mucho más de lo que te imaginas: Si caes herido y te llevan al hospital, saben que eres católico y te buscan un sacerdote… Fue lo que pasó con tu hermano. Me lo contó una enfermera”
Quien se avergüenza de su madre es un canalla

Propósito: vergüenza solo para pecar.