domingo, 5 de febrero de 2017

Candil, candilón… civil y ladrón

Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, lo pone en el candelero para que los que entren tengan luz (Lc 8,16)
San Mateo recoge el mismo pasaje: Ni se enciende una luz para po­nerla debajo de un celemín (Mt 5,15). Jesús, me encantan estas pa­labras antiguas: Candil, Celemín… Son palabras, tan bonitas, que da gusto pronunciarlas. Mi abuela me ha explicado que Candil viene de candela. Lámpara de aceite con un asa y mecha. Y que el Celemín era la vasija de barro que servía para guardar y medir el grano. Y a lo que vamos: ¿Qué pinta un candil debajo de un celemín? ¿Para qué sirve una luz encendida debajo de la cama? Que alguien me lo explique.
Cuéntale a Jesús tu posible explicación de este pasaje del Evangelio.
Sino sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa. Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre (Mt 5, 15-16).
Jesús, mi hermano pequeño, que está aprendiendo hablar, llama al médico internista: el linternista, porque dice, siempre lleva una linterna en el bolsillo. Pues yo también quiero ser linternista, iluminar a todos no con una linterna sino con mis buenas obras, con mi alegría, con mi simpa­tía. Jesús, ser tu amigo es algo luminoso que no se puede ocultar, que atrae. Esta es tu luz: sonreír, comprender, perdonar, consolar, servir… mis buenas obras.
Hacer obras buenas iluminan pero sobre todo dan Gloria a Dios

Propósito: ser linternista.