Ellos le rogaban que se marchase de su país (Mc 5,17).
Te echan; Jesús, te piden que te marches de su país, del país de los
cerdos. ¡Qué bárbaros! Los habitantes de aquel lugar Cochinolandia,
no te quieren, prefieren vivir con los cerdos o como cerdos. Lo mismo le pasó
al Hijo Pródigo: se alejó de su Padre y acabó también en Cochinolandia,
cuidando cerdos. Jesús yo no quiero vivir en el país de los cerdos:
series de TV, películas sucias, ambientes raros, amistades puercas.
Ahí no puedes estar Tú, ¿y yo?… ¡tampoco!
Dile que te dé una buena limpiada a tu corazón, a tus ojos, a tu memoria
y a tu imaginación.
Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su
compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: —Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho
contigo por su misericordia (Mc 5, 18-19).
Lee despacito lo que San Josemaría escribió: ¡Qué pena dan esas
muchedumbres —altas y bajas y de en medio— sin ideal! —Causan la impresión de
que no saben que tienen alma: son... manada, rebaño..., piara. Jesús: nosotros,
con la ayuda de tu Amor Misericordioso, convertiremos la manada en mesnada, el
rebaño en ejército..., y de la piara extraeremos, purificados, a quienes ya no
quieran ser inmundos (Camino 914).
Pregunta a Jesús a quienes puedes rescatar de la piara.
Propósito: hacer apostolado.