sábado, 8 de febrero de 2020

No te dejo ni a sol ni a sombra, ¡siempre contigo!


Y les dice: —Venid vosotros solos a un lugar apartado, y descansad un poco (...) Y se marcharon en la barca a un lugar apartado ellos solos (Mc 6, 32-33).
Pobrecitos. Los discípulos debían estar agotados, cansadísimos... Jesús, ¡cómo te preocupas por tus apóstoles! ¡Cómo les cuidas!... ¡Cómo —también— me cuidas a mí! Probablemente te dabas cuenta de que estaban cansados porque andaban más callados, o más serios. Son detalles que sólo perciben los ojos de los que aman. Y Tú, Jesús, te dabas cuenta enseguida: Eres un padre con ojos y corazón de madre.
Dale gracias por todos los cuidados que tiene contigo.
Venid a mí todos los que estéis cansados y agobiados (Mt 11, 29).
Eso va por mí, diría San Pedro; ¡Y por mí!, añadió Mateo. Venid vosotros solos a un lugar apartado. Y te los llevaste, no a cualquier sitio, sino... ¡de crucero! ¡De crucero en la barca de Pedro por el Mar de Galilea! Con la mejor compañía Naviera Petrus. Y se marcharon en la barca a un lugar apartado ellos solos. Ellos solos con Jesús. Y les contarías cosas bonitas y alegres, y los harías reír y que se olvidaron de todo.
Pídele a Jesús aprender de Él para que ayudes a que descansen tus papás.
Propósito: aprender de Jesús.