sábado, 1 de febrero de 2020

Rezar por el Papa


Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido (Mc 4,37-38).
Jesús, estabas muy cansado: largas caminatas de un sitio para otro, predicando a las multitudes, curando enfermos, cuidando de tus discípulos... Fue sentarte un momento y quedarte dormido, tan profundo, que ni el ruido de las olas te despertaban. ¿Con qué soñabas? Quizá conmigo... ¿y por qué no? Dulces sueños de hombres generosos que se entregan a ayudar a los demás, sueños en los que yo soy protagonista.
Dile a Jesús que quieres ser protagonista de sus sueños para hacerlos reales. Sueños bonitos y no pesadillas.
Lo despertaron, diciéndole: —Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: —¡Silencio, cállate! (Mc 4,38-39).
La barca de Pedro, una vez más, a punto de hundirse, y Dios, una vez más, parece dormido. Y el grito, una vez más, de los discípulos: ¿No te importa que nos hundamos? Jesús, que las cosas están muy feas; que de ésta no salimos; que son muchos los enemigos de tu Iglesia; que se pierden mucha almas... El les dijo: (...) ¿Aún no tenéis fe? Y una vez más El viento cesó y vino una gran calma. Y la barca de Pedro una vez más, sigue como siempre, recorriendo el mar del mundo.
Sigue por tu cuenta pidiendo por el Papa Francisco y sus colaboradores.
Propósito: rezar por el Papa.