domingo, 9 de febrero de 2020

Sal que da sabor a las ensaladas


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve desabrida, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla y que la pise la gente. (Mt 15,13)
Tengo un amigo, Jesús, que le encanta echarle mucha sal a todo. Ni siquiera prueba antes la comida. Agarra el salero y baña de sal su plato. Le gusta el sabor intenso de la sal. ¿A ti, Jesús, te gustaba las cosas saladas? Lo que tengo claro es que te gustaban las cosas en su punto. Por eso le dices a los apóstoles que son sal. Ellos van a poner las cosas en su punto. ¿Qué cosas? La familia, la sociedad, las relaciones entre amigos y muchas cosas más. Esto me recuerda que yo también soy tu apóstol. También yo debo poner en su punto las cosas.
Has probado "salar" las relaciones con una sonrisa
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de una montaña. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de una olla, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Que alumbre así su luz a la g
Ahora, Jesús, usas el ejemplo de la luz. No sé cómo será en otros países. En el mío, a veces, se va la luz. Por suerte, no se va por mucho tiempo, pero el suficiente para quedarse sin Internet, ni poder usar los electrodomésticos de la casa. Pienso en los países donde no tienen servicio eléctrico habitualmente. Lo han de pasar mal. A la vez, pensando en que debo ser luz del mundo, creo que debo prestar un servicio ininterrumpido de iluminación. Para eso, debo iluminar con tu luz. Si lo intento sólo, voy a ser peor que luciérnaga, porque soy bastante intermitente.
Reflexiona un poco en la importancia que tiene el que seas luz
Propósito: Dar un servicio de alumbrado de primer mundo.