“Yo soy la luz del
mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida”. (Jn 8, 12)
Jesús, en clase me han explicado una enfermedad llamada “foto-fobia”.
por la que personas no pueden exponerse a la luz del sol. Tienen que ir siempre
con lentes oscuras y salen de casa sólo de noche. Jesús creo que algo parecido
les pasa en el alma a algunos de mis amigos: tienen “fotofobia de Dios”,
pobrecitos. Quieren vivir a oscuras, alejados de Dios, con las cortinas del
alma siempre cerradas. Se ríen de Dios, presumen de sus pecados –y a veces
hasta se los inventan–: y se hace amigos del “Príncipe de las Tinieblas” ¡Qué
mal gusto
¿Alguna
vez me cansan las cosas de Dios? ¿Lo defiendo?
“Vosotros sois la
luz del mundo (…) No se enciende una luz para ponerla debajo de una vasija,
sino sobre un candelero (…) Alumbre así vuestra luz ante los hombres”. (cfr Mt
5, 14-16)
¿Y cómo enciendo esa luz? Mi linterna está siempre enchufada, cuando
la necesito la desenchufo y entonces hay calidad de luz. Había un abuelito al
que el Santo Cura de Ars veía muchas veces rezando ante Jesús Sacramentado, y
le preguntó que le decía: —¿Decir? Yo lo miro y el me mira. Y todo el mundo
decía que era el abuelito más buena onda del pueblo, pero a la vez ayudando a
todos a hacer el bien y que llevaba a muchos a confesar con el Santo Cura.
Jesús, yo quiero recargar mis baterías siempre contigo, para dar luz a los
demás.
Jesús,
quiero iluminar el mundo entero con tu luz.
Propósito: recargar mis baterías en el Sagrario e iluminar a la
gente.