Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos,
porque andaban como oveja sin pastor, y se puso a enseñarles con calma (Mc 6,
34).
Jesús, ¡ay que depre! Vaya bajón esta
mañana al despertarme, pensar en que sólo me quedan unos diez días más de
vacaciones. Si alguna vez me pongo triste, sé cuál es el remedio: acudir a
ti. Jesús vio una multitud y le dio lástima. Me viste, nos
viste y comenzó la fiesta: Hicieron recostar a la gente sobre la hierba en
grupos y nos diste de comer. Partió los panes y se los dio a los
discípulos para que se los sirvieran. Por eso la Misa y el Sagrario
son mi quitapenas. Quiero alimentarme del Pan de Vida y después, cuando te
tenga dentro, te daré gracias por lo bien que me lo he pasado esta Navidades.
¿El mejor antidepresivo?: La comunión
frecuente. Hoy lo necesito…
Y se puso a enseñarles con calma (Mc 6, 34).
Esto va por los profesores. Es que
¿nunca han sido alumnos? ¿Tan lejos les queda su infancia? Nada de exámenes de
nivelación a la vuelta… Eso es de mal gusto y va contra los derechos humanos
(los alumnos también somos humanos). Fue lo que hizo Jesús: enseñarles con
calma, con calma, con calma, con mucha calma. ¡A ver quiénes me tocan este año!
Ayúdales, Señor, porque a veces la culpa es mía y de mis aleros molestando.
Agradece a Jesús por los profesores tan
buenos que tendrás.
Propósito: Empezar a rezar ya por un buen regreso a clases