Paseando junto al lago de Galilea vio a dos
hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red
en el lago, pues eran pescadores; y les dijo: «Venid en pos de mí y os haré
pescadores de hombres» (Mt 4, 18).
¿Cuál es el colmo de un
pescador?: —Pues que te pesquen. Eso fue exactamente lo que le
pasó a Pedro y Andrés: Jesús los pescó ¡Menuda pesca! Pero desde el principio
lo tuvieron claro: —¡Hemos salimos ganando! De pescar
sardinillas en un mar de nada, pasaron a pescar hombres –y algún que otro lelo–,
en el mar del mundo. Sus sueños de pescador (anchoas, arenques) se quedaron
cortos.
Jesús ¿te sirve un pescado chafa? ¡Esto
es lo que hay!
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a
Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan (…) Y los llamó (…) Ellos le siguieron (Mt
4, 21-22).
Una vez abierta la veda de pesca, —¡peces
temblad!—, les llegó el turno a la competencia, a los de la otra
barca. —¡A mí no me pesca!, pensaron... Y Juan y Santiago se fueron
tras Jesús en busca de otro mar, tarareando una canción. Los que les oyeron
recuerdan que sonaba algo así como: Tú has venido a la orilla / no has
buscado ni a sabios ni a ricos / tan sólo quieres que yo te siga. / Señor, me
has mirado a los ojos / sonriendo, has dicho mi nombre / en la arena he dejado
mi barca / junto a Ti buscaré otro mar.
Lleva la canción a tu oración, a ver
qué te dice.
Propósito: Tararear la cancioncilla esa.