lunes, 4 de enero de 2021

Buena memoria

 

“Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús (Jn 1, 36-37).

Todo israelita bien con buena formación sabía qué significaba que alguien fuera el “Cordero de Dios”. Lo recordaban cada vez que comían la Pascua, y cuando se ofrecían sacrificios en el templo de Jerusalén. Habían aprendido a reconocer a Jesús gracias a la formación que habían recibido. Yo he recibido mucha formación espiritual, Jesús. Pertenezco a un país católico en su mayoría, mi familia me ha transmitido la fe y en el colegio también me enseñan mucho. Creo que ya es hora de que abra bien los ojos y vea que estás pasando constantemente a mi lado: cuando veo un necesitado, alguien que me pide algo, mis papás que me dan encargos, oportunidades de servir o de sacrificar mis gustos…

Busca a Jesús, está a tu lado. No te lo pierdas.

Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde (Jn 1, 39)

Tan impresionante fue el encuentro de los discípulos contigo, Jesús, que hasta la hora se les quedó grabada. Su primer encuentro con el Cordero de Dios fue hacia las cuatro de la tarde. Yo me he propuesto hablar contigo seguido, a una hora fija cada día. Tengo hora fija para hacer mi rato de oración con el 3+2, pero a veces se me olvida. Jesús, que no se me olvide más que me estás esperando a esa hora.

Pídele a tu Ángel custodio que te recuerde la hora de la oración.

Propósito: puntualidad