Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón (Mt 6, 21).
Cuando fueron aquellos partidos del Madrid – Barça pude darme cuenta de lo que es tener puesto el corazón en el Fut. Hubo compañeros que convencieron a sus papás o hermanos para que los fueran a traer al colegio y poder ver los partidos, o que los dejaran quedarse ese día en casa. Luego los partidos los vivían con gritos, emociones, etc. Acababan hasta sudados, como si ellos hubieran jugado el partido. Jesús, yo quiero poner el corazón en Ti y en el apostolado: emocionarme, gritar, poner los medios, saltarme los obstáculos, no darme por vencido…
u ¿En qué cosas puedo demostrar a Jesús que Él es mi tesoro?
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado (Mt 6, 22).
San Josemaría rezaba esta jaculatoria: Que yo vea con tus ojos, Cristo mío, Jesús de mi alma. Y así quisiera ver todo con tus ojos. Jesús, quiero ver a mi familia, a mis amigos, las clases, y todo lo que me rodea con tus ojos. Quiero ver a la gente como las ves Tú. Y entonces lanzarme a ayudarles y llevarlas a Ti. ¡Que yo vea como ves Tú, que vea almas!
u Pídele a Jesús que te ponga anteojos y veas a la gente como la ve Él.
Propósito: Repetir la jaculatoria de San Josemaría: Que yo vea con tus ojos, Cristo mío, Jesús de mi alma.