viernes, 3 de junio de 2011

Viernes 3: Que no sea un rogado

(…) pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. (Jn 16,20).

Las historias de los mártires cada vez me gustan más. Hoy, Jesús, se recuerda a Carlos Lwanga y compañeros mártires. Por cierto que estos no tienen nombres raros, Jesús, pero los apellidos son todo un reto para la lengua, por ejemplo Lucas Banabakintu, José Mkasa Balikuddembé. Un rey decretó la persecución contra todos aquellos “que hacían oración”. Fíjate que bonito, Jesús, a los cristianos los persiguen y los definen como “los que hacían oración”. A mi nadie me persigue por hacer la oración. Eso sí hay algunos que me persiguen para que haga la oración: mi mamá, el profe de Reli, el sacerdote, etc. Aquellos mártires de África murieron porque hacían la oración, y yo que me hago el rogado.

Dile a Jesús que no vas a dejar de hacer la oración. Pídele al Espíritu Santo fortaleza para hacerla todos los días. En verdad, en verdad os digo: si algo pedís al Padre en mi nombre, os lo concederá. (Jn 16, 23).
Jesús, además me he enterado que los mártires que se recuerdan hoy, la gran mayoría eran jóvenes, tenían entre 13 y 21 años. Hoy quiero sacar el propósito de hacer a diario la oración. Pero no me quiero quedar solamente en hacerla yo. Quiero que me ayudes a tener valentía y hacer apostolado. Que me lance, Jesús, a enseñarle hacer oración a algunos de mis amigos. Que me siente con ellos a hacerla porque no hay mejor manera de aprender a nadar que nadando.

Sigue por tu cuenta y concreta cuándo te lanzas. Propósito: Dejar de hacerme el rogado.

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