Pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y
Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y, muy de mañana, al día
siguiente del sábado, llegan al sepulcro, salido ya el sol (Mc 16, 1-2).
¡Cómo te
querían! Jesús, ¡Cómo te querían las Santas mujeres! Incluso después de muerto.
Hoy, conmemoración de todos los fieles difuntos, me vienen a la cabeza y al
corazón, tantos familiares, personas amigas a las que yo también quería y sigo
queriendo: el amor es más fuerte que la muerte. Jesús, yo, como
las Santas mujeres también hoy iré al cementerio a ofrecer el aroma de mis
oraciones, el perfume de mis sufragios por mis buenas amigas las Ánimas
Benditas del Purgatorio. Y les recordaré: hoy por ti, mañana por mí.
u Pídele a Jesús por todos aquellos que te acuerdes que han
fallecido.
Y se decían unas a otras: ¿Quién nos quitará la piedra de la
entrada del sepulcro? Y al mirar vieron que la piedra estaba apartada; era
ciertamente muy grande (Mc 16, 3-4).
Se dice que el amor es más fuerte que la muerte, y
Tú nos dices que la fe mueve montañas. Jesús, ¿el amor puede
mover piedras? –Pues claro que sí, me contestas. Que se lo pregunten si no, a
las Santas mujeres.
u ¿Qué piedra, dificultad, te separa de Jesús? Dile que te la remueva.
Propósito: mover
el pedrusco de mi pereza.