miércoles, 16 de noviembre de 2011

“Negociad mientras vuelvo”


Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez talentos (Lc 19, 12-13).
Jesús, me recuerdas a mi mamá, que es un poco repetitiva, pero en el fondo es una santa. La pobre no hace más que repetirme aquello de los “talentos”, sobre todo cuando llegan las notas: —que si no me esfuerzo lo suficiente, —que si yo quisiera, —que si los sacrificios que hacen para que no me falte de nada... Lo peor es que tiene toda la razón del mundo: ¡Tengo talento! Jesús, me has dado tantos talentos: simpatía, inteligencia, regate, buen humor… ¡algo tendré que hacer! ¿No?
u  Habla con Jesús. Dile que pones todo tu talento a su servicio.
Repartió diez talentos, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo (Lc19,13).
Jesús, me has dado un tiempo limitado. No sé cuánto durará mi vida: 100 años, 2 meses, un día más… Sí sé, que un día regresarás y te me gustaría que te pongas muy contento por el buen negocio que he hecho con mi vida y me digas: Muy bien siervo bueno y fiel… (Lc 19, 17).

u  Hago el propósito de esforzarme a tope para rentabilizar mis talentos.
Propósito: (Otra vez) no ser tan-lento en dar mi talento.