Reunidos los apóstoles con Jesús, le
contaron todo lo que habían hecho y enseñado (Mc 6, 30).
Los apóstoles querían
hablar contigo. Tenían ganas de contarte las cosas que habían hecho. Los
apóstoles te quieren y lo demuestran al buscar ese rato de conversación
contigo. Jesús, yo también quiero demostrarte que te quiero, y te lo quiero
demostrar haciendo mi oración, mi rato de 3+2, todos los días. Perdóname,
Jesús, por dejarte tirado por la simple razón de que no tengo ganas o que estoy
un poco atareado o distraído. Ayúdame a que no deje nunca mi rato de oración.
· Sigue diciéndole a
Jesús que nunca vas a dejar de hacer tu rato de oración.
Al desembarcar, vio
Jesús una gran multitud, y se llenó de compasión, porque estaban como ovejas
sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas (Mc 6, 34).
Jesús, estás cansado
pero al ver a esa multitud te lanzas a enseñar y a curar enfermos. Quiero
aprender de Ti a amar a los demás y pasar por encima del cansancio, la pereza,
y hacer mucho apostolado. No quiero vivir mi vida sólo pensando en mí, quiero
entregarme. Quiero darte muchos frutos de apostolado.
· Considera lo que
escribió San Josemaría: “Que tu vida no sea una vida estéril. –Sé útil. –Deja
poso. –Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor” (Camino, n. 1).
Propósito: Entregarme.