No es el discípulo más
que su maestro, ni el siervo más que su señor (Mt 10, 24).
Tú eres la Verdad, Jesús, no nos
engañas. Podrían decirnos que el cristianismo es un camino de rosas, pero no.
La Iglesia y los santos me recuerdan que “la señal del cristiano es la Santa
Cruz”; porque como se lee en Camino “Cruz, trabajos, tribulaciones: los
tendrás mientras vivas. – Por ese camino fue Cristo, y no es el discípulo más
que el Maestro” (n. 699). ¡Y me da miedo, Señor! ¡Ayúdame! Hoy es sábado,
día de la Virgen, y me he acordado de unos versos que leí en un altar de la
Dolorosa en los muros de una catedral; me ayudan aunque no los entiendo bien: “Si
quieres que tu dolor / se convierta en alegría / no pasarás, pecador, / sin
alabar a María”.
· Pide a la Virgen que
te explique esos versos.
A todo el que me
confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre
que está en los Cielos. Pero al que me niegue delante de los hombres, también
yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos (Mt 10, 32-33).
¿Y cómo puedo yo confesarte delante
de los demás, Jesús? Sé bien que haciendo lo que Tú enseñas, no sólo diciendo
que soy cristiano con mis palabras, sino con todo el corazón y con toda la
mente. También dijiste “no todo el que me diga: «Señor, Señor», se
salvará, sino el que hace la voluntad de mi Padre” (Mt 7,
21). Yo quiero darte frutos de santidad y apostolado.
· ¿Mi lengua es larga y
mis obras cortas?
Propósito: Ver en el examen de
conciencia cómo confieso a Dios.