Inmediatamente
después Jesús mandó a los discípulos que subieran a la barca y que se
adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente (Mt 14, 22).
Ahora
que me fijo con más atención, Jesús, me doy cuenta de que eres muy amable.
Después de haber estado enseñándole a la gente, haciendo curaciones, no te vas
sin dejar de tener el detalle de despedirte. Probablemente tendrías unas
palabras de despedida para cada una de las personas que estaban ahí. Jesús, yo
quiero quererte y aprender de Ti a ser amable. Voy a proponerme saludar a todos
con unos buenos días sinceros, a dar la mano mirando a los ojos a la
gente, a decir buenas noches a mis papás…
·
¿Qué otros detalles de amabilidad puedes tener con los
demás?
Y,
despedida la multitud, subió al monte a orar a solas; y después de anochecer
permanecía él solo allí (Mt 14, 23).
Y
no falta más… Jesús, eres muy amable y amable con Dios Padre. Después de que la
gente se fue, le dedicas tiempo a Dios Padre y haces tu oración sin
interrupciones ni distracciones. Jesús, ayúdame a ser fuerte, a no ser un
gelatina y hacer mi oración sin andar distrayéndome.
·
Sigue hablando con Jesús y pídele que te ayude a
concretar detalles de amabilidad al momento de hacer la oración.
Propósito: Ser amable siempre.