Comprended
que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría
en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa (Mt 12, 42).
Jesús,
ahora venden unas alarmas espectaculares. Pones un código y la casa entera está
protegida. Según yo, esto bastaba, pero me explicó mi papá que siempre hay que
estar atento; porque si la alarma suena y no la oyes, de nada sirvió. Cómo me
gustaría también tener mi alma con alarmas para protegerme de las tentaciones.
Creo que la clave está en la oración. Voy a procurar tener encendida la alarma
de pequeñas oraciones vocales: pondré rayos infrarrojos de visión sobrenatural,
y sensores térmicos para que no disminuya la temperatura espiritual de mi alma.
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Para encender la alarma: Ángel de la guarda, dulce compañía…
¿Dónde
hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre
la comida a sus horas? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo
encuentra portándose así (Mt 12, 45-46).
Yo
también tengo encargos en mi casa, Jesús. No son gran cosa: poner la mesa,
darle de comer al chucho, etc. Pero a veces, prefiero más las misiones de Call
of Duty, que las que me pone mi papá. En las del videojuego salvo el mundo,
pero ese mundo no existe; en las que me da mi papá, salvo el orden y la armonía
de mi casa, que sí es real. Creo que me voy a tomar más en serio las misiones
que me da mi papá.
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Ser más heroico en la “Call of Duty” que me hace mi
papá
Propósito: Cumplir con los encargos que me dan en casa.