Muchos,
al ver lo que había hecho Jesús (la resurrección de Lázaro), creyeron en Él.
Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús
(Jn 11, 46).
Jesús, qué curioso, ante un mismo hecho dos
reacciones opuestas: unos creen y otros acusan, como sucede ahora. Es lo que
dice un filósofo: Dios actúa en el claroscuro, de modo que
hay bastante luz para quien quiere ver, y bastante oscuridad para
quien no quiere ver.
Es querer. Jesús, tengo amigos que me preguntan
por qué ahora no hay milagros
espectaculares como los de antes… Yo les digo que milagros hay pero que ellos
no los ven: el milagro de un amanecer, una nueva vida, la sonrisa de un niño, una confesión, entregar la vida entera a Dios…
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Cuenta a Jesús el último
milagro que hayas visto. Agradéceselo
Este
hombre hace muchos signos. Si le dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán
los romanos y nos destruirán (Jn 11, 47).
¡Qué
brutos! En vez de buscar la verdad piensan solo en su comodidad, en lo que más
le convenga. Se cumple lo de San Pablo a los Romanos: Hombres que tienen
aprisionada la verdad en la injusticia. Cuando se violenta la verdad
todo vale. Jesús, que siga el consejo del poeta: ¿Tu verdad? No, la Verdad, y
ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela. Ayúdame a no mentir y ser como un
foco encendido para mi familia, amigos y conocidos.
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¿Amo la verdad? ¿Lucho
por no mentir nunca?
Propósito: NO a las mentiras.