viernes, 15 de marzo de 2013

Jesús, que no se me arrugue el ombligo


Entonces, algunos de Jerusalén decían: ¿No es éste el que buscan para matarle? Pues mirad cómo habla con toda libertad y nada le dicen (Jn 7, 25).
Jesús, te buscan para matarte; tu vida corre peligro pero no te escondes, sino que continúas con tu misión de enseñar el Evangelio a todas las gentes. En cambio yo, Jesús, cuánta cobardía tengo a veces. Veo que debería decirle algo a ese amigo, o cortar una conversación cochina, o defender a la Iglesia o al Papa ante esa crítica. Pero se me arruga el ombligo (como dicen en España cuando a uno le da miedo) y me quedo allí arrinconado, escondido en mi silencio, y pierdo una oportunidad de darte a conocer y defenderte.
·        Dile a Jesús que te dé una buena dosis de VALENTÍNA® (vía oral).
Jesús, enseñando en el Templo clamó: Me conocéis y sabéis de dónde soy (Jn 7, 28).
Jesús, quiero conocerte cada vez mejor. Quiero enterarme bien de tu vida para tratarte, quererte y luego poder transmitirla a los demás. Por eso me recuerdo de aquello que escribió San Josemaría: Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo. Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera? (Camino 382).
·        Dile a Jesús que le quieres conocer mejor cada día.
Propósito: Tomar VALENTINA®.