Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a
su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entrecavó, la
descantó y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar.
Y esperó que diese uvas (Is 5. 1-2).
Jesús, las lecturas de hoy me recuerdan una bonita
historia: Se decía de un hombre que entre sus posesiones y fincas tenía
escondido un tesoro riquísimo, pero que nadie sabía dónde. Cuando le llegó el
momento de encontrase con su Creador, antes de fallecer, reveló a sus hijos el
lugar del famoso tesoro. Resulta que se encontraba en una lejana viña que por
mucho tiempo había estado descuidada. Allá fueron los hijos y empezaron con
azadillas a peinar toda la viña. Después de quitar la maleza y cavarla toda
entera no encontraron nada. Desanimados, desistieron, pero al poco tiempo
descubrieron que esa viña daba unas uvas colosales y de ellas sacaron un vino
excelente. ¡Este era el tesoro… la viña!
·
Jesús,
ayúdame a descubrir los tesoros de la FE. ¿Cómo puedo vivir mejor la Cuaresma y
la Semana Santa?
Llegado el tiempo de la vendimia envió sus criados a
los labradores para recibir los frutos que les correspondían (Mt 21, 34).
Jesús, yo sé muy bien que esperas mucho fruto de mí.
¿Qué te podré dar? Mis frutos serán el estudio ofrecido, mi deporte, mi
alegría, mi ayudar en casa, mi apostolado.
·
¿Qué más espera Jesús de ti?
Propósito: dar fruto. ¡YA!