domingo, 17 de marzo de 2013

Misericordia quiero y no sacrificio


Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo (Jn 8,7).
Jesús, ¿qué es lo que escribías?; ¿a Ti también te gusta hacer grafitis? Los míos son bárbaros, los mejores de la clase: todos mis amigos me piden que les pinte sus cuadernos. Pero, deja que te mire a la cara… ¿Cómo?... ¿Estás llorando…? ¿¡Por qué!? Y nos responde el evangelista: —Querían ponerlo a prueba para poder acusarlo (Jn 8,6). Jesús, ahora que lo pienso no sé qué te dolía más: los pecados de aquella mujer o quizá la dureza de corazón de los llamados Maestros de la Ley. Jesús, yo no te quiero hacer llorar, nunca, ¡nunca!
·        Di a Jesús que quieres consolarle con tu corazón limpio.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: —«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez siguió escribiendo (Jn 8, 7-8).
¡Pero qué TERCOS! Insisten, insisten y vuelven a insistir, ¡más dolor! ¡Más dolor aún!... Tú, Jesús, quizá escribías algo así como Porque yo quiero amor y no sacrificio (Os 6,6). Pobres maestros analfabetos que en su ceguera ni leer sabían. Jesús, ayúdame a no dejarme llevar por las apariencias, a no juzgar las intenciones.
·        ¿Juzgo a las personas por sus apariencias? ¿Juzgo las intenciones?
Propósito: Consolar a Jesús.