Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano,
cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le respondió: No te digo que hasta
siete veces, sino hasta setenta veces siete (Mt 18, 21-22).
Jesús, ¿tiene límite la capacidad de perdonar?: Sí,
tiene un límite; el mismo que la capacidad de amar. Si amo poco, perdonaré
poco; si amo mucho, perdonaré mucho. Jesús, perdona, otra pregunta tonta:
¿Cuánto he, pues, de amar a mi hermano? Tu respuesta es clara: Amaos los unos a los otros como Yo os he amado,
es decir, sin medida ni límite. ¡Una barbaridad!
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Jesús, auméntame la Fe y agrándame
el corazón.
Entonces su señor lo mandó llamar y le dijo: siervo
malvado, yo te he perdonado toda la deuda porque me lo has suplicado. ¿No
debías tú también tener compasión de tu compañero? (Mt 18, 32-33).
Jesús, a veces me siento incomprendido: mis papás, un
amigo o un compañero. Y, entonces, respondo con el látigo de mi
indiferencia, o con detalles irritantes y palabras cortantes. Y no me paro
a pensar que quizá la otra persona se está esforzando por acercarse a mí, y tal
vez soy yo el que estoy cerrado. Jesús, hoy me pides que sepa comprender y
disculpar al prójimo, pues es también una exigencia de amor. Además, cuanto más
intente comprender a los demás, poniéndome en su lugar, mejor me comprenderán
ellos a mí.
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Pregúntate: ¿A quién ignoro? ¿A
quiénes trato un poco mal?... y terminas.
Propósito: No usar el látigo de mi indiferencia.