sábado, 28 de febrero de 2015

Setenta veces siete: cuatrocientas noventa

Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestro enemigos y rezad por los que os persigan (Mt 5, 43-44).

Un sacerdote recuerda que después de una guerra fratricida fue a verle una persona muy conocida, a quien habían asesinado muchos parientes en el cruce de un camino rural. Aquella persona quería le­vantar una cruz grande, precisamente en aquel lugar, como recuerdo de sus caídos. Yo le dije: No debes hacerlo porque lo que te mueve es el odio hacia los asesinos y aquella cruz te sirve sólo para perpetuar el odio: no será la Cruz de Cristo, sino la cruz del diablo. La cruz no se hizo. Mi interlocutor supo perdonar.

u  Reza la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) para que en las familias haya mucho perdón.

Pedro le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? (Mt 18, 21).

Jesús a San Pedro siete veces le parecía el máximo imaginable. Sin embargo Jesús contestó: No siete, sino setenta veces siete. Es decir, siempre. Pero perdonar no es olvidar. Me puede pasar como la historia: ¿Por qué sigues echándome en cara mis antiguos pecados?, le dijo el marido a su mujer; yo creía que los habías perdonado y ol­vidado. La mujer le replicó: Es cierto, pero quiero que tú no te olvides que yo te he perdonado y olvidado. Tal vez no sea posible olvidar, pero hay que hacer todo lo posible.

u  Jesús concédeme el don de la mala memoria para los agravios.


Propósito: perdonar y olvidar. ¿El qué? 

viernes, 27 de febrero de 2015

Jesús, más manso

Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que se llene de ira contra su hermano será reo de juicio; y el que llame a su hermano necio será reo ante el Sanedrín (Mt 5, 21-22).

Jesús, cuando me enojo con mis hermanos o con mis amigos no es que les llame necios, sino insultos terribles: cucaracha, rata de cloa­ca, sabandija, sanguijuela o cosas peores que no me atrevo a decir. Luego, después, me arrepiento y lo paso mal. Jesús, ¿por qué ten­dré la lengua tan afilada? ¿Por qué hago tanto daño a los que más quiero? Jesús, contigo también se metían y te insultaban: Muchos de ellos decían: Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis? (Jn 10, 20), y les perdonabas siempre. Jesús, quiero ser como Tú: Manso y humilde de corazón (Mt 11,29).

u  Jesús, ¿existen ejercicios de mansedumbre? Ayúdame para ser como Tú.

Ve primero a reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 24).

Oye, Jesús ¡cómo me cuesta pedir perdón! Porque cuando me enojo, siempre creo que es el otro el que debe pedirme perdón a mí. Incluso llego a la tontería de no hablar con una persona durante un tiempo, porque me ha hecho esto y lo otro; y hasta que no me pide perdón… Sin embargo Tú has perdonado incluso a los que te crucifi­caban. Padre, perdónales porque no saben lo que hacen. Que aprenda de Ti a perdonar, a adelantarme, a pedir perdón de la parte de culpa que tenga.

u  Piensa con quien tienes que hacer las paces, pedir perdón.


Propósito: buscarle y hacer las paces.

jueves, 26 de febrero de 2015

Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo

No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. (Mt 7, 21).

El paciente preguntó —Doctor, Doctor, ¿Qué tal me encuentra? — Estamos en las manos de Dios, respondió el médico… —Pero, ¿tan mal estoy? Jesús, eso de aceptar y cumplir tu voluntad no lo entiendo. A veces pienso, perdóname la tontería, que te gusta hacernos sufrir un poco, solo por puro capricho. Que cumplir tu voluntad es algo dolo­roso y triste que hay que aceptar con resignación cristiana. Jesús, que me dé cuenta de una vez por todas, que ni resignación ni cuentos chinos. Lo mejor que me puede pasar es cumplir siempre tu voluntad, que solo quieres lo mejor para mí, hacerme muy feliz, más que nadie.

u  La tierra es un “Cielo” cuando busco cumplir la voluntad de Dios.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad (Sal 39,2).

Había una señora que no podía rezar el Padrenuestro. Cuando llega­ba a aquello de Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo (Mt 6, 12), se bloqueaba pues no estaba dispuesta a que un hijo suyo se entregara a Dios. Un sacerdote amigo le animó a que entonces re­zara Avemarías, que es una oración de menos compromiso. Resultó, pues, que al cabo de unos días ya aceptaba la voluntad de Dios y pudo volver a rezar el Padrenuestro sin problemas.

u  Reza la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) para que en todas las familias se acepte y se cumpla la voluntad de Dios:


Propósito: no ir de resignado por la vida.

miércoles, 25 de febrero de 2015

De perdidos al río… al retiro

Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a de­cir: Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás (Lc 11, 29-32).

Jesús, que bonita la historia de tu gran amigo Jonás. Era lo que ahora llamamos un profeta menor, no por la altura, ni por peso, sino porque escribió poco. El caso es que escapando de cumplir la voluntad de Dios, como yo, a veces, fue engullido por un pez enorme. Allí den­tro, un sitio calentito, tranquilo, silencioso hizo su curso de retiro de 3 días. Se dio cuenta de lo mucho que Dios le quería. Volvió cambiado, irreconocible, feliz. Se puso a hacer apostolado y convirtió a toda la ciudad: Nínive. Jesús, ¡qué buenos son los retiros! ¡Cómo me ayudan!

u  Repasa los propósitos del último retiro ¿He hecho ya este año mi curso de retiro?

La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hom­bres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón (Lc 11, 29-32).

La Reina de Saba y Salomón y los Reyes Magos y Moisés y los once hermanos de José, y la Burra de Balaám, y Noé y la hija de Jairo y Abrahám y Jonás y la Magdalena, y tantos personajes bíblicos, me tienen envidia por poder recibir a Jesús cada día en la Eucaristía. ¿Me doy cuenta? ¿Lo aprovecho? ¿Lo valoro? El día del Juicio, si no lo apro­vecho, me lo echaran en cara ¡Qué vergüenza, entonces!

u  Dile a Jesús que el día del Juicio no quieres hacer el ridículo.


Propósito: como Jonás dentro de la ballena, Jesús en mi alma.

martes, 24 de febrero de 2015

Padre mío que estás en el cielo y en la tierra

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre (Mt 6, 10).

Padre nuestro que estás en el Cielo… y en la tierra, en el Sagrario y en el colegio, en la cocina y en mi cuarto, en la piscina y en la montaña, y en la copa de un pino. Danos el pan de cada día... y la leche, y chocolates, y salud para mi abuela, y dinero para pagar la hipoteca, y que siempre sonría, y que no mueran más niños antes de nacer, y que se acaben las guerras, y …

u  Y tú, ¿qué le puedes pedir al Padre de parte de su Hijo Jesús?

Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo (Mt 6, 12).

Del Padrenuestro, los santos han sacado mucho provecho. Santa Teresa de Jesús escribió: En tan pocas palabras está toda la contemplación y perfección encerradaque parece que no hemos menester otro li­bro sino estudiar en este. Porque aquí nos ha enseñado el Señor todo el modo de hacer oración y de alta contemplación, desde los prin­cipiantes a la oración mental, y de quietud y de unión que a ser yo para saberlo decir, se pudiera hacer un gran libro de oración sobre tan verdadero fundamento (Camino de Perfección). San JosemaríaTenía por costumbre, no pocas veces, cuando era joven, no emplear ningún libro para la meditación. Recitaba paladeando, una a una las palabras del Padrenuestro, y me detenía, saboreando, cuando Dios era mi Padre, que me debía sentir hermano de Jesucristo y hermano de todos los hombres. No salía de mi asombro, contemplando que era ¡hijo de Dios!

u  Reza “paladeando”, “saboreando” el Padrenuestro, pero despacito.


Propósito: rezar más Padrenuestros.

lunes, 23 de febrero de 2015

A-mí-me-lo-hicisteis

Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino prepa­rado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis (Mt 25, 34-35).

Jesús, a veces te veo por la calle y, perdóname, vuelvo la vista. Te veo disfrazado en ese niño enfermo, en ese anciano abandonado, en ese pobre explotado, y yo no te quiero reconocer. Voy por la vida con mis anteojos oscuros: ojos que no ven, corazón que no siente. Jesús, ayúdame a mirarte a los ojos -también cuando voy a verte al Sagrario-, a salir de mi mundo. ¡Estás ahí, como lo estás en el Sagrario!

u  Cuéntale a Jesús de las personas pobres que más te han impresionado.

Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis más humildes hermanos, conmigo lo hicisteis (Mt 25,45).

La Beata Madre Teresa de Calcuta solía utilizar los cinco dedos de la mano para explicar la esencia del Evangelio: la identificación de Jesús con nuestros hermanos más pobres de entre los pobresAl hablar del Juicio Final el mismo Jesús dice: Cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis (Mt 25,40). Mientras decía esto, cogía la mano de un niño y le iba mo­viendo los dedos uno tras otro: A-mí-me-lo-hicisteis. A continuación hacía que todos los niños lo repitieran: A mí me lo hicisteis.

u  Mírate los dedos de la mano y muévelos: A-mí-me-lo-hicisteis.


Propósito: sacar provecho de la catequesis “digital”.

domingo, 22 de febrero de 2015

Ángel de mi guarda, interceded por mí

El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás (Mc 1,12).

Pero Jesús, —¡¡Cómo es posible!! — ¡¿Tú también sufriste tentacio­nes?! Pues yo, ya ves, también: se me ocurren cosas bárbaras y, en ocasiones los malos pensamientos de cosas impuras no me dejan en paz. Sé, que, si lo permites es para fortalecerme, porque por muy grande que sea la tentación siempre será mayor tu gracia. También sé que una cosa es sentir y otra consentir, y si en algún momento ten­go dudas se lo pregunto al sacerdote, que de eso sabe un montón. Jesús, que me quede tranquilo: una cosa es tener tentaciones y otra distinta es pecar.

u  En el Padrenuestro no pedimos no tener tentaciones, sino no caer en ellas. Reza uno ahora.

Entonces el diablo le dejó, llegaron ángeles y le servían (Mt 4,11).
Jesús, ¡qué contento estoy con mi ángel de la guarda! ¡Un auténtico campeón! Ya me ha sacado de muchos líos. Tendrás que ascen­derle en la jerarquía angelical porque lo hace muy bien. La verdad es que a veces se lo pongo difícil y tiene que hacer horas extras: esa serie de televisión que me hace daño, aquella amistad que no me conviene, esos caprichos, esa comodidad... Le voy a pedir a mi ángel que no me deje hacer el tonto, que huya de las ocasiones de pecar, y sobre todo que no me quiera hacer el valiente.

u  Habla con tu ángel.


Propósito: hablar con mi ángel y recomendarle para un ascenso.

sábado, 21 de febrero de 2015

¡Llamadas perdidas de Dios!

Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme» (Lc 5, 27).

Bueno, Jesús, que ya te voy conociendo. Pasabas por ahí, quizá ha­ciéndote el despistado, como el que no quiere la cosa. Pero en el fon­do querías practicar tu deporte favorito: la pesca. Y ahí, encadenado, bajo el peso del montón de dinero, estaba tu amigo Mateo, un pez gordo. Al pobre no le cuadraban las cuentas: aquí me falta algo…, decía; efectivamente tenía un agujero, un vacío interior que no había forma de llenar: ¡Me falta algo, pero no sé lo que es! Mateo alzó la vista y se encontró con tu mirada. Y le dijo: «Sígueme» Y el gran va­cío se le llenó de golpe, y al instante, dejándolo todo, te siguió. ¡Qué alivio! ¡El mejor negocio de su vida!

u  Esos vacíos que no llenan mi vida, ¿no los podría llenar Jesús?

Él, dejándolo todo se levantó y lo siguió (Lc 5, 27).

Jesús, a veces miro el celular y me lo encuentro lleno de llamadas perdidas, de SMS, Whatsapps. Son mis amigos, que me aprecian y quieren hablar conmigo, contarme sus cosas. En cuanto puedo me pongo en contacto con ellos. Tú también, Jesús, me sigues llaman­do continuamente en los aconteceres de cada día. Quieres decir­me algo, hacerme presente tu cariño. Y le dijo: «Sígueme» ¿Soy consciente de esas llamadas que me haces? Qué pena si se que­dan en el archivo de llamadas perdidas.

u  Jesús, que no pierda ninguna de tus llamadas.


Propósito: llenar vacíos y responder llamadas.

viernes, 20 de febrero de 2015

Jesús, es que te comería a besos

Se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio tus discípulos no ayunan? (Mt 9,14).

Jesús, yo siempre tengo hambre, como los discípulos de Juan. Mi ma­dre me llama el hambriento. No como, devoro. Pero no es solo ham­bre de comida sino también hambre de Ti Jesús, ¡qué ganas tengo de comerte! ¡Con que ilusión estoy preparando la próxima comunión! Tenemos un montón de cosas de que hablar. ¿Te acuerdas de aque­lla vez en que me decías…? ¿O cuando pensaba que estaba solo y te buscaba…?

u  Recita despacio la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) para que en todas las familias haya hambre de Jesús.

Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? (Mt 9,15).

Recordaba aquella niña que cuando tenía solo 5 ó 6 años, el sacer­dote del Colegio les explicó la presencia real de Jesús en el sagrario. Se le quedaron grabadas las palabras: Este es el Pan vivo. Quien come de este pan vivirá para siempre. Por eso, cada día, en el desa­yuno, se fijaba en sus papás. No perdía ojo. No se quedaba tranquila hasta que les veía comer pan. -¡Ah! Han comido pan, menos mal. Entonces mis papis no morirán, vivirán para siempre. En su senci­llez de niña pensaba que Jesús estaba presente en todos los trozos de pan: Pan vivo, que da la Vida. Jesús, pero qué hambre tengo de Eucaristía, que ganas tengo de comerte…

u  Jesús, aunque hoy sea abstinencia, te comería a besos.


Propósito: No perder nunca el hambre… de Eucaristía.

jueves, 19 de febrero de 2015

Pero, ¿dónde se esconde la Cruz escondida?

Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pier­da su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su alma? (Lc 9, 24-25).

¡Pobre Jesús!... ¡Siempre con la Cruz a cuestas!... Oye, Jesús, ¿y no te can­sas? Ya va siendo hora de que descanses un poco. Hoy quiero ser yo quien lleve tu cruz, la cruz de cada día; hoy voy a ser tu Cireneo. Por eso hoy mi cruz será no responder ante las burlas, tratar con cariño al pesado de mi her­mano, ayudar a la cursi de mi hermana mayor, no protestar, ponerme de portero en el futbol, bajar la basura, ayudar en casa todo lo que pueda…

u  Pregúntale a Jesús de qué mas cruces dispone.

El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y venga conmigo (Lc 9, 23).

¡Ya está! Lo he entendido: el que busca la Cruz se encuentra contigo, con Cristo. Jesús, esto me recuerda la historia de Carlitos. Aquel domingo fue a Misa con su abuela. Al entrar en la Parroquia se encontró, presidiendo el altar, un Crucificado de gran tamaño. El pobre Carlitos, sobrecogido, se escondió detrás de la abuela y preguntó: —Abuela, ese, ¿quién es? La abuela le explicó que era Jesús… —¿Y quién lo ha puesto ahí? Unos hombres malos le crucificaron. —Abuela, preguntó más asustado: ¿Esos hombres malos siguen por aquí? Efectivamente, por aquí seguimos al­gunos, pero tranqui, que también hay cireneos.

u  Concreta tu Cuaresma


Propósito: llevar la cruz 

miércoles, 18 de febrero de 2015

Miércoles de Ceniza: Polvo, sí, más polvo enamorado

Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, qué está en lo escondido (Mt 6,17).

Jesús, hoy comienza la Cuaresma. Nos ha dicho el sacerdote que es un tiempo fuerte, tiempo de conversión… pero no sé qué quiere decir lo de fuerte. Eso sí, esta mañana he ido para que me impusieran la ceniza. Los de mi clase, que son un poco mensos, van porque dicen que todo lo que es gratis se apuntan. Un año más me ha hecho que pensar lo que dice el sacerdote: Recuerda que eres polvo y al polvo volverás… Yo, como el poeta, repetía por dentro: Polvo, sí, mas polvo enamoradoAlgunos piensan que somos solo eso, polvo, química, física, moléculas, átomos, neuronas… pero capaces de amar, de enamorarnos. ¡Polvo que ama!.

u  Dile a Jesús cómo piensas vivir esta Cuaresma: más estudio, ayudar más…

Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará (Mt 6,18).

Jesús, en esta Cuaresma quiero vivir más cerca de ti, ser tu mejor amigo, tu prisión preferida: Alma a quien todo un Dios es prisión. Jesús, perdón por las veces que te he hecho enfadar, por las veces que te he olvidado. Y como muestra de mi amor y arrepentimiento voy a hacer muchos pe­queños sacrificios: sonreír siempre, comer lo que no me gusta, estudiar a tope, etc... Y Tú, que ves en lo escondido… me recompensarás.

u  Recuerda que eres de Dios y a Dios volverás… casi me gusta más.


Propósito: si aún no lo he hecho, ir a que me “echen” la ceniza.

martes, 17 de febrero de 2015

Yo a cuantos amo, los reprendo

A los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca (Mc 8, 14).

¡Al que nunca se le haya olvidado comprar el pan que tire la primera piedra...! A mí ¡tantas veces!: los domingos, en un día de excursión… Jesús cómo me gusta que tus discípulos sean tan... nor­malesa falta de pan buenas son tortas. No sólo se les olvida el pan, sino que además empiezan a pegarse entre ellos. Además de olvidadizos son susceptibles, picajosos. Ellos comentaban: Lo dice porque no tenemos pan. Viven en su pequeño mundo. Necesitan que Jesús les despierte.

u  Jesús, ayúdame a evitar las peleas en casa, a salir de mi pe­queño mundo.

Dándose cuenta, les dijo Jesús: ¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? (Mc 8, 17).

Jesús, les hablas de la “levadura” y se van por las ramas. Los pobres no se enteran. Están metidos en sus cosas, en otra onda. Tú aprovechas la ocasión para con buen humor, tirarles de las orejas: ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? (Mc 8, 19). Porque donde hay cariño de verdad se puede exigir sin herir.

u  ¿Dejo que me exijan? ¿Lo agradezco? ¿De verdad?


Propósito: dejar que me exijan

lunes, 16 de febrero de 2015

Jesús dio un profundo suspiro...

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo (Mc 8, 11-13).

Jesús, te pusieron a prueba, como si fueras el oso de un circo: Si te subes hasta aquí arriba y haces el triple mortal con tirabuzón…; y ahora el más difícil todavía: haznos un milagrito. Jesús, te pusieron a prueba y yo también, a veces, te pongo a prueba: —Que apruebe el examen con buena nota y sin estudiar. —Que encuentre el celular sin buscarlo. —Si no me concedes lo que te pido, ya no respiro o dejo de creer o de ir a Misa… Jesús, perdóname pero a veces ¡te pido cada cosa!

u  Jesús, te doy, no el a-Probado sino el Sobresaliente.

Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¿Por qué esta generación reclama un signo? (Mc 8,11-12).

Mi abuela —que es una santa—, no hace más que suspirar. Toma todo el aire que puede, lo mantiene un ratito en los pulmones y des­pués lo suelta de golpe, mientras dice ¡¡Ay Sssseñor…!! Mis hermanos y yo decimos que los suspiros le salen del alma. Jesús, ¿cómo fue profundo suspiro?, ¿suspiras también por mí?: este no se entera, pero qué cosas me pide…

u  Di que le vas hacer suspirar de orgullo santo por tener un hijo tan majo.


Propósito: aprender de mi abuela.

domingo, 15 de febrero de 2015

Si quieres, puedes limpiarme

Se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres puedes limpiarme»” (Mc 1, 40).

—¡Un leproso! ¡¡Se acerca un leproso!! Gritó desgañitado uno de los discípulos. —No puede ser, ¡Que se habrá creído!pensaron algunos mientras cogían piedras para tirárselas. En aquella época —ahora no— la lepra era incurable y se consideraba una maldición. Aquel leproso poco tiempo antes había sido un apuesto muchacho con mucho éxito entre las chicas. Primero fue una manchita blanca pero después per­dió los rasgos de la cara y se convirtió en un… monstruito ambulante. —¡Qué alguien haga algo! ¡Qué asco! Se abrió amplio pasillo y aquel desecho humano habló: «Si quieres puedes limpiarme» Todos los ojos están puestos en Jesús.

u  El pecado es la lepra del alma. Desfigura la imagen de Dios que llevo.

Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero: queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó lim­pio” (Mc 1,45).

—¡Lo ha tocado! ¡Lo abraza! ¡Lo besa!... Y es que aquel pobre chico tocó previamente la fibra del corazón misericordioso de Jesús. Sintiendo lástima, como en la Viuda de Naím: Se compadeció de ella (Lc 7,13), y de golpe recuperó toda su salud. Como yo cuando me confieso.

u  Jesús, ayúdame a nunca hacer “ascos” de nadie, ni de mi mismo.


Propósito: recuperar la salud.

sábado, 14 de febrero de 2015

Santos Cirilo y Metodio. La mies es mucha

Los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adon­de él había de ir (Lc 10,1).

Jesús, de dos en dos pero sin empujar, ¡que hay gente para todos...! No sé qué me pasa pero hoy se me está abriendo un hambre apostólica… Me dice que para hacer apostolado, para acercar a alguien a Dios, en primer lugar hace falta oración. Por eso hoy mi lema apostólico es de dos en dos pero con el tresmásdos. Quiero tener aventuras apostólicas, como las de aquellos dos amigos tuyos con nombres tan curiosos: Cirilo y Metodio, Patronos de Europa. No lo tuvieron fácil. Fueron grandes evangelizadores en una época muy complicada, mucho más complicada que la nuestra. Eran tan sólo dos pero convirtieron a naciones enteras que desde enton­ces son cristianas. Llevaron a Cristo.

u  No me llamo ni Cirilo ni Metodio, pero “envíame”, quiero ser apóstol.

La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies (Lc 10,2).

Quizá naciones enteras no, pero sí puedo evangelizar, llevar a Cristo a mi clase, a mi colegio, a mi familia, a mi panda de amigos. Eres, entre los tuyos —alma de apóstol—, la piedra caída en el lago. —Produce, con tu ejemplo y tu palabra un primer círculo... y éste, otro... y otro, y otro... Cada vez más ancho. ¿Comprendes ahora la grandeza de tu misión? (Camino 831). Yo seré, con tu gracia, esa piedra que removerá las aguas.

u  Reza la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) para acercar a tu familia a Dios.


Propósito: ser apóstol.

viernes, 13 de febrero de 2015

Jesús, tu eres mi otorrinolaringólogo…

Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar (Mc 7, 32).

Jesús, en mi casa somos un poco sordos. Dice mi mamá que debe tratarse de una “sordera familiar selectiva”. Selectiva porque no oímos cuando suena el teléfono o llaman a la puerta, pero luego, cuando algo nos interesa, no se nos escapa detalle. Mi mamá, que es santa, nos repite siempre que “no hay peor sordo que el que no quiere oír”. Jesús, en la oración me pasa algo parecido: pienso que a mí no me hablas pero en el fondo es que no termino de escucharte, hago poco por sintonizar contigo.

u  ¿Qué te está pidiendo Jesús a ti?

El, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: —Effetá (esto es, «ábrete»)” (Mc 7, 31-37)

Jesús, ya sabes. Límpiame los conductos auditivos del alma. Es como el chiste del plátano: “No te puedo oír porque tengo un plátano en cada oreja”. Quizá no se trate de plátanos pero si de pereza, de im­pureza, de prejuicios, de soberbia. Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Jesús, ábreme los oídos del alma, suéltame la lengua para hablar de Ti.

u  Dile a Jesús que le nombras tu “Otorrinolaringólogo”, casi nada…


Propósito: Oir a Jesús y hacerle caso.

jueves, 12 de febrero de 2015

Jesús, estoy para darte gusto

No está bien echarles a los perros el pan de los hijos (Mc 7,27).

Jesús, esto de los perros me trae a la cabeza lo que cuenta San Josemaría: “Ayer, por la tarde, a las tres, salí al presbiterio de la Iglesia del Patronato a hacer un poco de oración delante del Santísimo Sacramento. No tenía gana. Pero, me estuve allí hecho un fantoche. A veces, volviendo en mí, pensaba: Tú ya ves, buen Jesús, que, si estoy aquí, es por Ti, por darte gusto. Nada”. Como yo ahora Jesús, para darte gusto.

u  Jesús, que mi oración no dependa de mis ganas. Estoy para darte gusto.

Pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños (Mc 7,28).

San Josemaría se encontraba seco en su oración pero persevera ha­ciéndose un perrito: “Mi imaginación andaba suelta, lejos del cuerpo y de la voluntad, lo mismo que el perro fiel, echado a los pies de su amo, dormita soñando con carreras y caza y amigotes —perros como él— y se agita y ladra bajito... pero sin apartarse de su dueño. Así yo, perro completamente estaba”. Jesús que forma más hermosa de estar siempre contigo: un perrito fiel que come de las migajas.

u  Dile a Jesús: que quieres rezar soñando… ¡pero sin dormirte!


Propósito: hacer de perro delante de Dios ¡guau!

miércoles, 11 de febrero de 2015

¡Te basta mi gracia!

Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difama­ción, orgullo, frivolidad (Mc 7,14-23).

Jesús, algo me sospechaba. ¿Por eso dentro de mí encuentro tantas ganas de chinchar a mis hermanos, llevar la contraria a mis papá, hacer rabiar a mi perro, mentir, engañar...? Me pasa como a S. Pablo: Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quieroJesús, y todo este mal, ¿de dónde sale? ¿Quién lo ha puesto? Si yo no soy malo, ¿por qué a veces hago daño a los que más quiero? Y me responde S. Pablo: No soy yo quien lo realiza, sino el pecado que habita en mí. Tras el triste episodio de Adán y Eva, el pecado original, nos ha llegado a cada hombre, a mí también.

u  ¿Estás dispuesto a luchar?

¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Mc 7,14-23).

Y San Pablo escuchó: Te basta mi gracia. Jesús, la Gracia que me das en tus sacramentos es el antídoto contra el veneno del mal, con­tra el pecado. Porque donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (Rm 5,20). Necesito mucho antídoto, necesito mucha gracia.

u  Reza la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) para que en todas las familias haya mucha gracia y no veneno de andarse hiriendo unos a otros.


Propósito: ponerme el antídoto.

martes, 10 de febrero de 2015

Mi corazón está muy, pero muy cerca de ti

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío (Mc 7,6).

Jesús, con palabras de Isaías te quejas de tus contemporáneos. Cumplían las tradiciones hacían sus rezos pero les reprochas que su co­razón está lejos de mí. —¿No me pasará a mí algo parecido? —¿No te quejarás también de mí?: Hago el 3+2, rezo el Ángelus, e incluso hago el Vía Crucis los viernes... Jesús, que nunca me olvide que estas prác­ticas de piedad son medios para acercarme más a ti, para quererte más, pero no son fines. Jesús, Tú no eres como las máquinas de Coca- Cola® que echas una moneda y sale la lata. Jesús, no te voy a com­prar con mis rezos, pero sí te voy a ganar con mi corazón enamorado.

u  Dile a Jesús que le quieres mucho, ¡pero mucho!, y luego sigues.

Hipócritas, (...) ¡anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición! (Mc 7, 9).

Jesús tengo los días súper-llenos: clases de piano, de tenis, esgrima, equitación... Es la tradición en mi familia. Y como no quiero ser un hipócrita de esos, también dedico tiempo a los demás. En el viejecito del asilo que espera mi visita, en el pesado de mi hermano, en el niño al que doy catequesis... En ellos veo tu “imagen y semejanza”, que me enamora. Ahí me esperas…

u  ¿Por qué no te apuntas a dar catequesis o ir de visita a pobres?


Propósito: Apuntarme

lunes, 9 de febrero de 2015

“Acariciar” a Dios en cada comunión

Colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto (Mc 6,56).

Jesús, a veces me lleno de envidia por la suerte que tuvieron algunos de tus contemporáneos: oír tu voz, disfrutar de tu sonrisa, verte curar a otros... Se conformaban con poco, tan sólo con tocar el borde de tu manto y... ¡quedaban curados! Jesús y yo, que te recibo en la Eucaristía, no me con­formo con tocarte, en cada Comunión quiero acariciarte con mis obras buenas en mi alma para que también me cures.

u  Jesús, ¡qué ganas tengo de comulgar! ¿Por qué no voy más a Misa?

Y los que lo tocaban se ponían sanos (Mc 6,56).

Jesús, ¿te acuerdas? Aquel chico de 15 años entristecido porque al asistir a la Sta Misa el domingo con toda su familia no pudo comulgar. Tenía en la conciencia haber cometido un pecado grave. Veía a los demás, sus papás, sus hermanos comulgar y sintió un gran vacío, un hambre de eu­caristía, una gran necesidad de tener a Dios en el alma. Cuando poco después por la confesión recuperó la gracia, comentaba, con una sabi­duría impropia de su edad, como Dios se había servido de esa tristeza, de ese vacío, para que valorara más lo que es la comunión, tener a Dios en el alma. Jesús, ¡qué suerte más grande tengo! En cada Comunión te hago mío, te como ¿Las aprovecho? En cada Comunión ¡toco a Dios!

u  Después de la Comunión me quedaré un ratito con Jesús, dando gracias.


Propósito: acariciar a Dios en mi alma cada vez que comulgue.

domingo, 8 de febrero de 2015

Padre, no como yo quiera sino como Tú

La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dije­ron. Jesús se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Al ano­checer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos (Mc 1, 29-31).

Jesús mío, es que no te dejaban tranquilo ni a sol ni a sombra, ni si­quiera al anochecer: te pasaste toda la noche atendiendo enfermos. San Pedro seguro que refunfuñaba y con su vozarrón de pescador gri­taba desde la puerta: ¡Qué esto no es Urgencias! ¡Pero por favor, dejad descansar al Maestro! Y desde fuera la gente le contestaba: ¡Claro! ¡Cómo ya te ha curado a tu suegra…! ¿Y quién me cura a mi hijo? ¿O a la sobrinilla? Y quizá incluso alguno también llevaba un cachorrito o un pajarito enfermo. Y Pedro, todo cortado, no supo que decir. La mirada sonriente de Jesús le sirvió de respuesta.

u  ¿A quién puedes llevar para que te lo cure?

Se levantó de madrugada se marchó al descampado y allí se puso a orar (Mc 1,36).

Jesús, ¿pero de qué hablabas tan temprano con tu Padre? De que iba a ser sino de aquella niña enferma: Padre, te doy gracias por haberme escuchado (Jn 11,41). Y también de ti y de mi… ¿De qué iba a hablar sino?

u  Jesús, que de mi solo puedas contar cosas buenas .


Propósito: dar de qué hablar a Jesús.

sábado, 7 de febrero de 2015

¡No te dejo ni a sol ni a sombra, ¡siempre contigo!

Y les dice: —Venid vosotros solos a un lugar apartado, y des­cansad un poco (...) Y se marcharon en la barca a un lugar apartado ellos solos (Mc 6, 32-33).

Pobrecillos. Los discípulos debían estar cansadísimos... Jesús, ¡cómo te preocupas por tus apóstoles! ¡Cómo les cuidas!... ¡Cómo también me cuidas a mí! A Pedro, cuando estaba muy cansado, quizá se le rizaban las barbas y a Mateo tal vez le brillaba un poco más la calva. Son detalles que sólo perciben los ojos de los que aman. Y Tú, Jesús, te dabas cuenta enseguida: Eres un padre con ojos y corazón de madre.

u  Cuéntale lo cansado que estás para que te reserve sitio en su barca.

Venid a mí todos los que estéis cansados y agobiados (Mt 11, 29).

Eso va por mí, diría San Pedro; ¡Y por mí!, añadió el de la calva relu­ciente. Venid vosotros solos a un lugar apartado. Y te los llevaste, no a cualquier sitio, sino... ¡de crucero! ¡De crucero en la barca de Pedro por el Mar de Galilea! Jesús me enseñas a estar pendiente de los demás. Ayúdame a darme cuenta si mi papá o mi mamá están cansados o necesitan ayudan.

u  Reza la jaculatoria (Jesús, María y José, que esté siempre con los Tres) pidiendo para que en las familias todos sepamos ayu­dar a los demás.


Propósito: irme de crucero con Jesús.