sábado, 19 de mayo de 2018

Señor ¿Y éste qué?... ¿A ti qué? Tú sígueme


Volviéndose Pedro, vio que le seguía el discípulo a quien Jesús amaba, (…) Pedro dice a Jesús: «Señor y éste ¿qué?» (Jn 21,20-21).
Es lógico. San Pedro quería al chico, y Juan -es él mismo quien nos lo cuenta-, lo notó. Jesús, yo también quiero a mis amigos, como Pedro quería a Juan; y también noto que esa amistad me hace vulnerable: me duelen sus dolores, me pesan sus pesares pero también me alegran y comparto sus alegrías. Jesús, lo bueno de ser tu amigo es que también mis amigos son tus amigos. Y en la oración repaso mis amistades y te pregunto: Señor y éste ¿qué? y el otro y el de más allá, y aquella…
No soy ni Iron man ni nada, yo soy vulnerable a las necesidades de los demás.
Jesús le respondió: «Si quiero que éste se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme» (Jn 20,22).
¿Dónde va Vicente?... Donde va la gente. ¡Pobre Vicente!; no tiene personalidad. Lo de menos es llamarse Vicente, Juan o Pedro. Jesús, que no esté tan pendiente de lo que hacen o dejen de hacer, digan o dejen de decir los demás. No quiero ser una marioneta en sus manos. ¡Tengo personalidad! Por eso a mí también me dices: ¿A ti qué? Tú sígueme. Jesús, quiero estar siempre contigo.
¿Tengo personalidad o soy carreta?
Propósito: tener personalidad.