lunes, 20 de febrero de 2012

El Maestro está aquí y te llama


Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo (Mc 9,15).
Jesús, ¡Lo que hace la Visita al Santísimo! Edith Stein, la que después sería Santa Benedicta de la Cruz, cuenta que de joven estaba llena de prejuicios racionalistas. Un día, paseando con un amigo católico, —ella era judía— por la ciudad de Fráncfort: entramos unos minutos en la catedral y, en medio de aquel silencio, entró una mujer con su bolsa del mercado y se arrodilló con profundo recogimiento para orar. Esto fue para mí algo totalmente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que yo conocía se iba sólo para los oficios religiosos. Aquí, en cambio, cualquiera en medio de su trabajo se acercaba a la iglesia vacía para un diálogo confidencial. Esto no lo he podido olvidar. Jesús, ayúdame a amarte en la Eucaristía.
u  Jesús, que todos los días vaya a hacerte una “visitilla”
En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que quería visitar al Señor salía fuera del campamento (Ex 33, 7-8).
Jesús, me han explicado que al Sagrario también se le llama Tabernáculo, que significa Tienda del encuentro. ¡Qué alegría! A mí también me gusta acampar por ahí y poner la tienda de campaña. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Pero, ¿por qué no iré más a verte al Tabernáculo? Yo quiero ser como Moisés, pero sin barba.
u  Jesús, iré a visitarte a tu Tienda de Gran Jefe cada día.
Propósito: visitar al Gran Jefe.