martes, 14 de febrero de 2012

Viernes 3. No perder la cabeza


Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete (…) a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey dijo a la joven: pídeme lo que quieras, que te lo doy (Mc 6, 14-29).
Jesús, este Herodes es un bruto. Qué contraste: el mayor nacido de mujer, un hombre justo y santo, va a morir para satisfacer el capricho de otro hombre ridículo, lleno de vacío, supersticioso, cruel e impuro. Seguramente Herodes estaría borracho. La mezcla del alcohol y sexo tiene consecuencias imprevisibles: violencia, egoísmo, aborto, dolor. Y yo, Jesús, que me quedo callado cuando oigo contar de las fiestas tipo Herodes a la que van algunos compañeros. ¡Que sea valiente!
u  Que no me olvide de los pecados de omisión: el que calla otorga.
Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista (…) Lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se lo entregó a la joven (Mc 6, 14-29).
Jesús, aquella adolescente alocada perdió la cabeza y pidió la cabeza de San Juan Bautista. La muy creída pensaba que era la dueña del mundo y quizá pensaba que era una gran artista. Y, ¿qué tiene de malo danzar?, pensaría. No era del todo consciente que con su forma de bailar, y de vestir despertó las pasiones de Herodes. Y yo, ¿soy consciente?
u  Mi forma de vestir, bailar, hablar, puede ser causa de que otros pequen.
Propósito: no perder la cabeza.