Cuando
llegó el tiempo de la purificación, según la Ley de Moisés, los padres de Jesús
lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, como está mandado en la Ley
del Señor (Lc 2, 22-23).
Jesús,
tus papás José y María —que te querían mucho— te llevaban al Templo de
Jerusalén. A mí también mis papás —que me quieren mucho—, me llevan cada
domingo a Misa. Pero no lo hacen por cumplir la ley, por el cumplimiento (cumplo-y-miento),
sino por Amor a Dios. Jesús, en la Eucaristía me esperas para
alimentar mi alma. Tanto me quieren mis papás que buscan que me alimente con el
mejor alimento que existe: la Eucaristía. Hoy te pido para que a mi papá y mi
mamá me los cuides, les dés salud y muchos años de vida; pero sobre todo que
sean santos, que se ganen el cielo.
u Sigue pidiendo por tus papis.
El
Niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de
Dios lo acompañaba (Lc 2, 22-40).
Gracias,
Jesús, por los papás que tengo. Esta fiesta me explicaron que se llama también
Candelaria porque se entraba a la Misa con una candela encendida. Pues te
quiero pedir por todas las familias que conozco para que estén siempre
encendida la luz de la fe en la Eucaristía, para que no se apague ninguna.
u Háblale sobre las familias que conozcas.
Propósito: encenderle una candela a la Virgen en
la casa.