viernes, 24 de febrero de 2012

Mi amor es mi peso


¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? (Mc 10,2).
Jesús, pero ¿Qué está pasando? ¿Por qué tanta tragedia, tanto dolor? ¿No me pasará a mí también? Jesús, con razón me decía aquel amigo: Cuando el noviazgo es una comedia (todo vale), el matrimonio acaba en tragedia (ya, nada vale). Y es en el noviazgo cuando se ponen los fundamentos, las bases, de lo que después será un hogar luminoso y alegre y… no todo vale. Es tiempo de hablar y hablar. ¿De qué?: decía una abuela: Si la persona con la que sales, que empieza a gustarte, no tiene fe, entonces no tomes ni café; porque si te enamoras, luego ¿Qué haces?... Compartir amores es también compartir valores.
u  Pídele a Jesús por todos los novios que conozcas.
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre (Mc 10,9).
Juan Pablo II escribió una obra de teatro El taller del orfebre donde trata de las andanzas y dificultades de varios matrimonios jóvenes en los que se ha terminado el amor… Un día, Ana, una de las esposas, decide entrar en la tienda para vender su alianza matrimonial, su anillo de bodas... El orfebre comprueba en la balanza que ¡no pesa nada! Asombrado mira por dentro y encuentra inscrita la fecha de la boda. —Lo siento, su anillo no tiene valor, si no está junto al otro. Es lo que decía San Agustín: Mi amor es mi peso.
u  Ahora pide por todos los matrimonios que conozcas, empezando por tus papás.
Propósito: Defender el matrimonio con oración.