jueves, 23 de febrero de 2012

Jesús, tu eres mi “recompensa”


Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa (Mc 9, 41).
Jesús, soy un cazador de recompensas, como en las películas de vaqueros, esas que ve mi abuelo. Mira, en este mes, no solo he servido el agua en la mesa, sino que también, he lavado el carro de papá, me he hecho la cama todos los días… ¡Tantas cosas buenas! Jesús, ¿qué me he ganado de recompensa...? ¿Sabes una cosa?, pensándolo bien no quiero más recompensa que tenerte a Ti, parecerme a Ti Jesús, que no te pierda nunca, que no pierda mi Recompensa.
u  Agradece a Jesús tantas cosas buenas y exígele tu Recompensa.
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y sea arrojado al mar. (Mc 9, 42) 
Jesús, ¡qué tonto soy! A veces me da por ser mayor y me pongo a ridiculizar delante de los demás la piedad e inocencia de los niños más pequeños: cuando van a Misa, hacen la Visita, voy, —idiota de mí—, y me río de ellos... Y lo hago solo para quedar bien delante de mis amigos. Jesús, te pido perdón por si alguna vez he podido escandalizar a alguien, y más si fuera un niño.   
u  ¿Evito dar mal ejemplo, el escándalo, especialmente con los niños?
Propósito: ganar la mejor recompensa.