sábado, 21 de diciembre de 2013

Jesús necesita “borricos”

María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre (Lc 1, 39).

Jesús ¿cómo nacieron los villancicos? ¿Quién los compuso? Yo pienso que algo tuvo que ver San José. En esos viajes por Judea acompañando a la Virgen y al Niño que iba a nacer, para distraer a María —no habían reproductores mp3 ni nada— San José empezó a cantar: “Ande, ande, ande, la Marimorena” (se lo decía a María quien se ponía morena con tanto sol); y luego animaba al burrito: “Arre, burro, arre, vamos a Belén…”; y cuando pasaban por un puente: “pero mira como beben los peces en el río…”.

·        Cantar villancicos con María y José: “Quien canta reza dos veces” decía San Agustín.

Al desatar el borrico sus amos les dijeron: —¿Por qué desatáis el borrico? (Lc 19, 33-34).

Que buena cosa es ser borrico delante de Jesús. Los burros son sus predilectos: Belén, viaje a Egipto, entrada en Jerusalén. Además en la Navidad da protagonismo y derecho a primera fila en el Portal. Pero el borrico debe estar libre de “ataduras”. Jesús, quítame ataduras, caprichos, vicios; quiero ser un burrito y no una mula terca. “Porque el Señor lo necesita, contestaron ellos. Y se lo llevaron a Jesús” (Lc 19, 31). Jesús necesita burros: “yijaa, yijaa”. ¿Me apunto?

·        Dile a Jesús que quieres ser su borrico.


Propósito: poner villancicos en la cena