martes, 10 de diciembre de 2013

Oveja perdida, oveja predilecta

¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no dejará las noventa y nueve y va en busca de la perdida? (Mt 18,12).

¡Pues no! Jesús, en esto te equivocas. Allá ella si se pierde. Si le da por hacer de oveja negra y se pone en plan tonto a retozar, curiosear, corretear y perderse… es su problema. ¡Qué culpa tienen las otras 99 para dejarlas desatendidas! Pero claro, Jesús, tú no eres como yo y conoces a cada oveja. La llamas por su nombre, no te da igual. Y además, Jesús, nadie te ha enseñado a contar: no pasas del uno: uno, uno, uno…. Para ti cada uno somos únicos e irrepetibles, seamos ovejas o cabras, sanos o enfermos. Jesús, gracias por irme a buscar tantas veces.

·        ¿Quiero a todos o distingo a los que me caen bien de los que me caen mal?

Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado (Mt 18,14).

Jesús, una vez me encontré una persona, un poco chiflada, que lo que no soportaba de Ti es que quisieras a todos. Ella quería sentirse querida en exclusividad, quería ser siempre la oveja perdida, la única protagonista de tu amor. Pero en el fondo tenía razón. Son cosas que sólo Tú puedes hacer, porque eres Dios.

·        Pídele a Jesús la gracia de sentirte hijo de Dios.


Propósito: querer a todos.