No lleven oro ni plata ni dinero en el
bolsillo; ni morral para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón (Mt
10, 9).
Jesús envía a sus
discípulos a predicar. Los envía sin nada material. Les quiere enseñar así que
para extender el Reino de Dios lo importante no son las cosas materiales, sino
estar firmemente convencido de la misión que se va a llevar a cabo, y no
olvidar que Dios está con uno. Al final, entonces, realmente no manda a los
apóstoles sin nada. Van más apertrechados que nunca. Van con Dios. No está
solos, incluso si les llega a faltar hasta lo más elemental.
u Si Dios está con nosotros, porqué
temer no tener aquella camisa de marca, esos zapatos, aquel videojuego, etc.
Al entrar en la casa, saluden, y si lo
merecen, la paz de su saludo permanecerá con ellos; si no, regresará a ustedes.
(Mt 10, 12).
Muchos que quieren obrar
el bien a veces se desilusionan porque parece que los que les escuchan no les
hacen caso. ¿Qué sería de mí si mis papás pensaran igual cuando les
desobedezco? En cambio, perseveran. La nave en la que se viaja para el
apostolado tiene un combustible perfectamente reciclable. Es más, hay veces que
el combustible no sólo disminuye sino que se multiplica, y alcanza para otras
naves que por averías lo han perdido. El combustible es la gracia de Dios, que
nunca se pierde.
u No te desilusiones si de pronto, algún
amigo tuyo, se aleja al verte cerca de Dios. Ya volverá. Ya verás.
Propósito:
volver a insistir a aquel amigo que parece ya perdido.