domingo, 6 de julio de 2014

Los verdaderos descansados

“Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo los aliviaré” (Mt 11, 28).
¡Qué bueno eres Jesús!, te pones a nuestra disposición para ayudar­nos a llevar nuestras cargas. ¿Cuáles son mis cargas? Quizá si otro me viera pensaría que no tengo ninguna carga, que no tengo motivo para quejarme. Quizá tienen razón, pero Jesús me entiende. Sabe que, como soy pequeño, hasta las cosas más sencillas me resultan pesadas. A veces me resulta mega agobiante el colegio, los encar­gos de la casa, aguantar a mis hermanos, y que el perro no me haga caso y me manche con sus patas delanteras. Tengo que aprender a llevar esas “cargas” con alegría. Forman parte de mi día a día. Mientras tanto, ahí está Jesús, ayudándome.
u  ¿Alguna vez has pensado que quizá te quejas mucho y por gusto?
“Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, por­que mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 29-30).
Es una gran verdad que en cuanto uno hace lo que tiene que hacer, aunque cueste, encuentra paz. Por eso san Josemaría hablaba del “gustoso cumplimiento del deber”. Parece contradictorio pero cuando uno huye de sus responsabilidades, disque para descansar, le pasa justamente lo contrario. Viene el agobio, es estrés, el mal humor, etc.
u  Antes de que llegue el lunes, ¿con qué cara lo esperas?

Propósito: No más quejas, y decir mucho: “Jesús, que haga buena cara”.