jueves, 17 de julio de 2014

Píldoras quita penas (se venden de 10 en 10)

Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré (Mt 11, 28).
Una vez fui a un asilo a visitar unos ancianos. Terminé escuchando a un viejito muy simpático envuelto en una mantita y tomando un té de Pericón. “¿Para los nervios?”, le pregunté señalando la tasa del té. El viejito se rio, después, sacó la mano de debajo de la mantita y ahí tenía un rosario. “Para los nervios”, me dijo. Cómo es el Espíritu Santo, que con ese gesto del viejito aquel, entendí que el mejor remedio para las penas es la oración.
u  Para las penas, nada como tomarse un Rosario cada día (no hace falta estar en ayunas)
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera (Mt 11, 29-30).
Cuando uno hace la prueba de rezar, y sale lo que uno encomen­daba, se siente contento. Cuando uno reza mucho y salen muchas cosas, se siente muy contento. Y así, llega un momento en que uno aprende qué cosas pedir y qué cosas no son tan importantes. Uno aprende a esperar o que quizá hay que rezar más. Pero hay algo mejor aún, uno entiende porqué cuando estás con Jesús, de verdad encuentras descanso para tu vida, y por qué su yugo es suave y su carga ligera.
u  ¿Ya hiciste la prueba de rezar por algo? ¿Qué esperas?

Propósito: rezar, quizá comenzando por pedir por el Papa