Así pues, escuchen ustedes lo que significa
la parábola del sembrador. Hay quien oye el mensaje del reino, pero no lo
entiende; viene el maligno y le arrebata lo sembrado en su corazón. (Mt13,
18-19).
De chiquito, llegué a
medianoche asustado al cuarto de mis papás. Estaba llorando. “Estaba soñado con
el Diablo”, le dije a mi mamá. “Era horrible”, completé. Entonces mi mamá me
explicó que mi Ángel de la Guarda me cuidaba, y que no había que tenerle miedo
a lo horrible, porque el Diablo rara vez aparece así. Ahora que ya crecí un
poco más, Jesús, lo voy entendiendo. Si ver tele en vez de estudiar fuera
horrible, no vería tele; y así con todo lo demás. El maligno arrebata las cosas
del corazón disfrazado de belleza, de planes más bonitos, de comodidad.
u Pídele ayuda a tu Ángel de la Guardia
para vencer la pereza.
La semilla que cayó en terreno pedregoso es
como el que oye el mensaje y lo recibe en seguida con alegría, pero no tiene
raíz en sí mismo, es inconstante y, al llegar el sufrimiento o la persecución a
causa del mensaje, en seguida sucumbe (Mt 13, 20-21).
La constancia es una
virtud que le escucho mencionar a mis papás desde que soy pequeño. “Si se lo
sirvió, ahora se lo come”, “Si lo empezó, lo termina”, y así sucesivamente. A
veces, de verdad, Jesús, es que no quiero. Me siento harto. ¿Tú no te hartabas alguna
vez?
u Pregúntale a Jesús qué hacía cuando se
sentía cansado.
Propósito:
acudir más al Ángel custodio a lo largo del día