sábado, 12 de julio de 2014

Traje espacial anti vergüenza

No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo. (Mt 10, 28).
El miedo paraliza. A mí me ha pasado muchas veces. Hubiera queri­do una especie de coraza galáctica o una de campo de fuerza que me protegiera de la vergüenza y la pena de no ser como los demás. Una vez, estando con unos amigos que también procuran estar cerca de Dios, me dio pena decirles que rezáramos el Ángelus. ¡Qué bajo he caído!, pensé. Nunca me ha amenazado de muerte por mi fe, ni me han puesto una espada en la garganta para que me calle. Mis amigos son católicos como yo, y aun así, no termino de animarme.
u  Quizá estás queriendo actuar con tu valentía y no la de Dios.
En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo; porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo. (Mt 10, 30-31).
Quizá la vergüenza y la pena de dar la cara por Jesús, viene por tener la cabeza todo el día en las cosas materiales. A veces me la paso pensando: si tuviera una MacBook, unos audífonos Bits, unos zapatos, calzoneta, camiseta, etc. etc. y más etc. Si hasta los cabellos de mi cabeza están contados, ¿cuál es el estrés?
u  Si te dedicas con más constancia a tus ratos de oración y a servir a los demás, descubrirías como desaparece esa pasión por lo material.

Propósito: No hablar de nada que tenga que ver con comprar algo.