“No piensen que he venido a traer paz a la
tierra; no he venido a traer paz, sino discordia. (Mt 10, 34).
Una vez vi a dos en
discordia. Hablaban de si algo era pecado o no. Uno decía que daba igual, que
uno con su vida puede hacer lo que quiera, y el otro explicaba por qué no. Qué
intolerante este último, pensé en mis adentros. Al poco, era yo el que estaba
en discordia. Hablábamos de unos fichajes de Real Madrid. ¡Qué intolerante!,
escuché que gritó uno. Ahí caí en la cuenta de lo absurdo de mi discusión y de
lo importante de la aclaración que hacía mi amigo sobre la doctrina de la
Iglesia. Esa es la “discordia” que tú esperas, Jesús. Ese es el “lío” que
espera el Papa Francisco que montemos.
u No tengas miedo de defender tu fe. Al
final, les haces un favor, les muestras el camino a la felicidad.
El que no toma su cruz y me sigue, no es
digno de mí. El que quiera conservar la vida, la perderá, y el que la pierda
por mí, la conservará. (Mt 10, 38-39).
Calculador, esa es la
palabra que San Josemaría usaba para definir al que no hay modo que se anime a
hacer algo. El calculador, incluso cuando ya se decidió, lo hace con miedo. El
calculador no tiene bien claras las coordenadas hacia las que se dirige: la
felicidad. Jesús, dame un empujón cuando me pare a pensar mucho en mi camino
hacia ti; e ilumíname bien la meta, para que no dude.
u Eso en lo que te habías propuesto
cambiar hace rato… ya, ¡dale!
Propósito:
buscar las imágenes de la Virgen de mi casa y saludarlas.