sábado, 19 de julio de 2014

Peor que una bomba atómica

En aquel tiempo, los fariseos, al salir, se pusieron a planear el modo de acabar con Jesús. Jesús lo supo y se alejó de allí (Mt 12, 14).
Por qué los fariseos odian a Jesús. Ha curado enfermedades, ha dado la vida a muertos, y aun así, lo quieren matar. ¿Cómo perdieron la ca­pacidad de ver todo el bien que Jesús hace? A lo mejor, su amor pro­pio. Jesús, cuando nos ponemos a pensar sólo en nuestro beneficio, en cómo salir ganando, terminamos ciegos. No vemos lo bueno de los demás, sólo lo malo. Nos volvemos criticones. Nadie es perfecto.
u  ¿Has criticado a alguien últimamente?, ¿no tendrá también algo bueno esa persona?
No discutirá ni gritará; no se oirá en las plazas su voz. No rom­perá la caña resquebrajada ni apagará la mecha que ape­nas arde, hasta que haga triunfar la justicia. En él pondrán las naciones su esperanza (Mt 19, 21).
Decía un experto en cine que algunas películas recientes abusan de los efectos especiales. Como si nada se destruyen ciudades enteras. Cuando uno critica pasa igual: un comentario, un gesto, hace gran­des destrozos, aunque vaya bien intencionado. Jesús, tu ni siquiera rompes la caña resquebrajada. Con razón dice el Papa Francisco que construir la paz es algo artesanal, que se logra poquito a poquito.
u  Como dice san Josemaría “Si no puedes alabar, cállate”

Propósito: pensar en algo bueno de los que me rodean y decírselo (sin adular)