Tened
ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que
aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame
(Lc 12, 35-36).
Cuando
era pequeño, más pequeño todavía (no te rías de mi), a veces, mis hermanos y yo
antes de irnos a la cama, recién bañados y con la piyama puesta, esperábamos
con ilusión junto a mi madre el regreso de papá. A veces tardaba pero no por
eso nos cansábamos. Cuando oíamos el motor del carro o el ruido de las llaves,
corríamos como locos a abrirle la puerta, darle besos, colgarnos de su cuello.
Jesús, es así como quiero preparar mi alma cada vez que te me acercas en la
Comunión y en la Confesión. ¡Qué ganas de estar contigo!
¿Cómo
me preparo por dentro y por fuera para recibir a Jesús?
Dichosos
los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: (...) Y si
llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos (Lc
12 37-38).
Dichosos
al cuadrado o mejor elevado a la n: (dichoso)n dichosisisísimos.
Jesús, eres como las novias, te
encanta hacernos esperar, nos tienes en vilo día y noche. Y cuando menos lo
espero en la oración te metes a raudales en mi alma y me llenas de tus luces.
¡Ha valido la pena la espera! ¡Merece la pena esperar a Jesús!
Irme
preparando para el próximo encuentro con Jesús.
Propósito: repasar mates ¿qué es eso de elevado a la n?