Ya que
muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han
verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que
primero fueron testigos oculares (Lc 1,1-3).
Jesús,
San Lucas es un ¡crack! Es
un hombre concienzudo, acostumbrado a ir hasta el fondo de las cuestiones. No
en vano es médico, el Médico amado le llama cariñosamente San Pablo. Sus
historias clínicas debían ser exhaustivas: ¿Alergias?
¿Pasó la rubeola?... Pero sobre todo
Lucas es el Evangelista de la infancia de Jesús. Seguro que pasó largas horas
escuchando a la mejor testigo ocular, María: —¿Y cómo fue lo
del Ángel?... ¿Y entonces qué te dijo tu prima?... ¿Y lo de los Magos?... ¿Y
qué es lo que guardabas en tu corazón? …
Como
Lucas haz tú una entrevista a María: ¡cuéntaselo todo!
Yo
también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he
resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido (Lc 5,20).
Venga
Pe-Lucas, le diría la Virgen, deja de comprobarlo
todo exactamente y com-prueba lo
rico que me ha salido el pastel. A ver, ¿qué te ha inspirado hoy el Espíritu
Santo? Y el listo de Lucas leyó: Dios
te salve, llena de gracia, el Señor es contigo… (Lc 1,28). Y
Ella se volvió a turbar al oír esas palabras.
Recuerda
a María los momentos bonitos de su vida y terminas.
Propósito: contratar al Dr. Lucas como médico de mi familia.